Nunca he ocultado mi respeto y admiración por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, por su tarea pública y liderazgo nacional, no obstante discrepar políticamente de muchos de sus criterios, actividades y conceptos. Siempre, sin excepción, he respetado a su familia y nunca la he mencionado en las controversias que he sostenido con el expresidente, sus amigos políticos y el partido Centro Democrático. Hubiera sido abusivo e ilegítimo.
Comprendo la preocupación y el dolor del doctor Uribe Vélez por la detención de su hermano Santiago, lo mismo que el disgusto de los dirigentes de su Partido por la decisión de la Fiscalía General. A un par de dirigentes del Centro Democrático expresé mi solidaridad afectiva con el exmandatario.
Dicho sentimiento lo manifesté en los medios de comunicación. A quienes me preguntaron si en Colombia hay testigos falsos en los procesos penales, les respondí afirmativamente. Lo he denunciado públicamente y lo he dicho en debates en el Senado. Yo mismo he sido objeto de tales corrompidas actuaciones.
Pero tengo en alta consideración a la Justicia y sin excepción he propugnado por la independencia y la autonomía de la Rama Judicial. Fue lo que practiqué cuando me desempeñé en la Judicatura, lo luché en la Asamblea Constituyente y es lo que enseño a mis alumnos de Derecho Constitucional. Además, reconozco que en Colombia funciona la separación poderes. Eso es irrebatible.
No me cabe pensar que el gobierno tenga algo que ver con la detención del doctor Santiago. El Presidente Santos es un hombre correcto y un mandatario responsable, equilibrado, respetuoso de la oposición. El Presidente trata de alcanzar la paz y como el Centro Democrático ha estado en la esquina opuesta surgen contradicciones, sin que nunca se pueda afirmar con realismo que el gobernante o sus funcionarios hayan cruzado los linderos de la ley para perseguir a los discrepantes de la reconciliación. Estos han tenido a su disposición todos los espacios para desarrollar su acción política, para polemizar, para replicar, para denunciar, hasta para llegar impunemente a los insultos. Tratar al Presidente de criminal y de tirano es abusivo y desconsiderado, por ejemplo. Han sido tan injustos y exagerados que han llegado a la caricatura. Nada les ha pasado cuando han sido tan incorrectos.
No es verdad que el país se esté entregando a la subversión ni que el gobierno y el Congreso estén amangualados para destruir la Constitución. Otra cosa es que ahora el uribismo no reconozca mayorías en política y que con frecuencia decidan abandonar las sesiones en arrogante gesto de desprecio al Congreso, en cambio de hacer la polémica parlamentaria.
Los uribistas olvidan que gobernaron 8 años, incluso reformando la Constitución para lograr la reelección. La oposición reconoció las mayorías uribistas en el Congreso y aceptó la decisión de la Justicia, la misma que ahora desconocen. Cuatro años adicionales de gobierno buscaron sin que nadie hubiese pretendido ninguna acción de hecho para impedirlo o protestar. Fue la Justicia la que no lo permitió. Las normas sobre democracia y oposición son las mismas que hoy desconocen.
Es manifiesto que los uribistas buscan el cadáver rio arriba y están tratando de encontrar a quien echarle la culpa de la decisión de la Fiscalía. Ya me atacaron en las redes sociales, de manera injusta y desconsiderada. Sería indigno si algo tuviera que ver con ello. Es una calumnia y una infamia. Pero si los Uribistas quieren pelear, estoy a la orden. Como sea y donde sea. “Al son que me toquen, bailo”.
*SENADOR DE LA REPÚBLICA
CODIRECTOR DEL PARTIDO LIBERAL