Por Javier Páez, especial para La Ventana de Córdoba.

Cereté. Como un ejemplo de superación ven los cereteanos y toda la comunidad cordobesa admiradora del fútbol a Rafael Salcedo, un hombre que poco tiempo después de haber perdido su visión, se dedicó a entrenar a sesenta menores del Club de Fútbol Real Cañito.

Según familiares y habitantes del barrio donde reside Salcedo, su discapacidad no ha sido obstáculo para dirigir al grupo de aficionados del balompié. “Querer es poder”, citando este proverbio se refiere a él su familia.

Entre elogios, los fanáticos del deporte más popular del mundo, expresan que don Rafael, como suelen llamarlo, “desarrolló el proyecto deportivo sin ayuda de politiqueros; solo con el esfuerzo de los beneficiados, padres de familia y otros interesados”.

Un giro de 180 grados.

Rafael quedó en tinieblas tras una lesión en los ojos el 9 de septiembre de 1993. “Se me subió la presión óptica y posteriormente me reventó algo en los ojos, dejándome como consecuencia la ceguera”, explicó Salcedo.

Posterior a eso, muere suhermano en una cancha de fútbol. Esta pérdida lo motivó a recoger el legado que su hermano ya había dejado en el deporte local. “Le prometí a mi hermanito que seguiría con su misión, y recogería sus banderas, por decirlo así. Creo que eso me ha mantenido motivado, y tras mi impedimento visual no me he detenido”.

Salcedo manifiesta entre risas que los jóvenes se asombran cuando les corrige en el campo de juego, pues ellos se preguntan “¡cómo sabe a dónde va el balón si no ve!”.