Supersalud asume la investigación.
Por. Oswaldo Marchena Mendoza.
En twitter @marchenojob
Yo creo que de aquí me voy sin barriga y sin bebé, le dijo al ginecólogo, premonición que se Cumplió
Un 23 de diciembre de 2013, el despiadado sistema de salud que algunos políticos impusieron en Colombia, así como el trato inhumano de algunos empleados, y posibles fallas medicas, conspiraron para que Bertha Díaz Martínez perdiera a su bebé en el hospital San Vicente de Paul de Lorica.
Pareciera que el destino hubiera escogido a Bertha Díaz para representar en su drama todos los males que aquejan al sector de la salud, sobre todo cuando se trata de gente humilde. En su caso no ha reaccionado la justicia, presentó denuncia contra el médico que atendió su parto, la misma involucra al hospital, pero el proceso vive el sueño de los justos, las autoridades no le han brindado protección aun sabiendo que está amenazada, y su único hijo fue víctima de matoneo en una escuela de Chinú.
El pasado 23 de diciembre se cumplieron dos años de impunidad, por ello y debido a que la Súper Intendencia de Salud ha mostrado interés en el tema, hemos decidido volver a visibilizar esta historia, la cual no puede quedar en el olvido.
La historia.
Bertha Díaz Martínez ingresó al hospital San Vicente de Paul de Lorica el 10 de diciembre de 2013, tras ser remitida por el médico Santander Suárez desde el hospital San Rafael de Chinú para una cesárea; de Lorica salió enferma y sin su bebita, que falleció a los 7 días de nacida.
Ella llevaba su embarazo normal en Chinú con la doctora Ángela Mercado y otros dos profesionales más que la asistieron en dichos controles, donde todo funcionó bien. Debido a los primeros dolores fue remitida al hospital de Lorica el 9 de diciembre, pero en dicha institución de salud manifestaron que solo la recibirían el día 10. Ahí comenzaron las irregularidades.
Después de llegar al hospital de Lorica a las 6 y 30 de la mañana del 10 de diciembre, fue atendida a las 8 AM cuando llegó el médico de turno, Jorge luís Gary, quien ordenó exámenes, ecografía y monitoreo. Fue ubicada en la sala de mujeres de urgencias donde le tocó esperar en una silla porque no había camillas disponibles, hasta que 4 horas después llegó el ginecólogo Amaury Nieves López, quien la examinó, observo los exámenes y le dijo que tenía 4 cm de dilatación.
El ginecólogo recetó medicamentos para calmar los dolores, tras considerar que todavía no era tiempo para practicarle la cesárea, además le colocaron inyecciones para la maduración de los pulmones del bebé.
El día 11 en las horas de la tarde la pasaron a la sala de maternidad, ella pensaba que era para practicarle la respectiva cesárea, pero siguió hospitalizada por varios días, le volvieron los dolores y cuando ella le comentaba al ginecólogo por la cesárea, él en una oportunidad le respondió que ella sólo pensaba en los dolores y no en la vida del bebé.
Ella siempre le advirtió al ginecólogo que había tenido problemas en su primer parto y que no quería que se repitiera la historia. Siempre insistió en los resultados de la ecografía que indicaban que de acuerdo a la posición del bebé era ya hora de la cesárea, insistió que no siguió dilatando porque el médico le aplicó medicamentos, pero como es lógico, el ginecólogo definió el día y hora del procedimiento.
El día 16 empezó a expulsar líquidos, a lo cual el ginecólogo Amaury Nieves consideró que era algo normal, nada grave, pero resulta alarmante que ante ese síntoma no haya decidido nuevos exámenes, como una ecografía o un monitoreo.
En la noche de ese 16 de diciembre le dio fiebre y en la madrugada le comentó a una enfermera de su nueva condición, sumado a ello malestar en el cuerpo y escalofrió, pero le dijeron que se tomara los medicamentos entre los cuales estaba recetado acetaminofem.
“La toalla me empezó a salir con mal olor y me dijo que eso era un flujo y que la fiebre era producto de una infección”, sostuvo Bertha Díaz. Sentía que en ese hospital cada día se le deterioraba su salud, llegó a suplicar que la dejaran salir y volver a Chinú, para que allá le hicieran la cesárea.
Yo creo que de aquí me voy sin barriga y sin bebé, le dijo al ginecólogo, premonición que se cumplió. A la una y 20 de la tarde del día 17 por fin le volvieron a practicar un monitoreo, donde se dio cuenta que el mismo no estaba igual al primero, evidenciaba mal estado de la criatura y fue cuando llegó el ginecólogo Nieves y le dijo “vas para cesárea”
“Cuando me practicaron la cesárea yo sentí el olor fétido de la niña, un olor que evidenciaba el mal estado de la criatura y que todo andaba mal”, subrayó El líquido que estuve botando, era un líquido verde y con mal olor, la niña nunca lloró, yo presentía lo peor, sostuvo.
Fue a las 4 de la tarde del día 17 de diciembre cuando por fin le practican a Bertha Díaz la cesárea que ella tanto había esperado. “La niña la pasaron a UCI y de ella no supe mas, al preguntar cómo le veían me contestaban que estaba algo delicada, la pediatra aseguró que la niña llegó con poco esfuerzo respiratorio y por ello fue entubada”.
A Bertha Díaz le dieron salida el 22 para que se recuperara y el 23 a las 10 de la noche la llamaron para avisarle que su niña había fallecido.
La justicia cojea y no llega.
Después de los hechos puso una denuncia en la Fiscalía de Chinú, de ahí fue traslada a la de Lorica, donde su abogado tuvo que acudir a procedimientos jurídicos porque el proceso no aparecía, y algo muy grave sucedió cuando la Policía Judicial llegó al hospital San Vicente de Paul de Lorica y confirmó que la historia clínica de Bertha Díaz, había desapareció de la entidad.
¿Cómo puede desaparecer la historia clínica de una paciente del referido hospital?
¿Por qué el día del último monitoreo cuando al fin entendieron que había problemas en el embarazo, esperaron de cuatro a tres horas para practicar la cesárea?
Está claro que si por lo menos hubieran ordenado más exámenes y otro monitoreo a tiempo, otra fuera la historia de Bertha Díaz y su bebé.
Ese valor de Bertha, para denunciar las posibles irregularidades en el procedimiento donde perdió a su bebé, implica que ahora recibas constantes amenazas. “Deje las cosas así”, le dijeron unos hombre en moto tras mostrarle fotos de su familia. A las 4 de la madrugada tocaron a su residencia en Chinú y cuando salió encontró un panfleto con amenazas, donde le daban 48 horas para abandonar el municipio.
En un acto indolente, a su hijo, aduciendo razones de seguridad lo expulsaron de la Institución educativa, San Francisco de Asís de Chinú. Sobre la perdida de la historia clínica de la paciente, Víctor Ariza Palma, director del hospital, sostuvo que la misma apareció tiempo después.
Bertha ya no vive en Chinú, la última vez que la vi el miedo y el desespero desbordaban sus ojos, sus familiares le dieron la espalda, desde el hospital de Lorica han orquestado una campaña para tratarla de loca, pero ella sigue tocando puertas, clamando justicia. “A mi hija ya no la voy a recuperar, pero no quiero que mi historia se repita, es triste salir de un parto y que al bebé de uno se lo entreguen en un ataúd”.
La Supersalud se comunicó con doña Bertha y parece que este caso será objeto de una rigurosa investigación, mientras tanto, arrastra su tristeza y sus miedos, rogándole a Dios que se haga justicia divina porque ya no cree en la de los hombres.