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*Marta Saenz Correa

La vida es una oportunidad que encierra momentos maravillosos, experiencias, emociones, instantes que deseamos y que no. Indiscutiblemente una vida llena de puentes tendidos, de espacios para recorrer, conocer y experimentar, es mucho más fácil que una vida llena de murallas, barreras y muros que nos no permitan ver su belleza. Todos tenemos la oportunidad de ser constructores tanto de puentes como de murallas; los puentes sirven para unir, sortear obstáculos y relacionarse y, las murallas, para separar, defenderse y aislar.

Muy interesante lo señalado por el Papa Francisco, en una de sus homilías diarias: «Los cristianos que tienen miedo de hacer puentes y prefieren construir muros, son cristianos que ni están seguros de su propia fe». Quien eleva muros a su alrededor, tiene miedo, no es capaz de defenderse por sí mismo, y por eso crea murallas, como una herramienta defensiva para alejarse del exterior y los problemas.

Reitera el pontífice: debemos intentar aumentar el bienestar y hacer que se propague. Para lograrlo, es necesario destruir los muros que nos separan y construir los puentes que nos permitirán disminuir la desigualdad y fortalecer la libertad y los derechos básicos de los demás.

La rabia, la tristeza, el miedo son algunas de las emociones que influyen negativamente en la comunicación, en tal forma que a veces nos impide el acercamiento y el reconocimiento de las ideas del otro. Construir puentes en la familia, es propiciar el acercamiento de los miembros desde sus individualidades, desde sus intereses comunes y desde el acuerdo en lo que no se coincide.

Se dice que las personas se sienten solas porque construyen murallas en vez de puentes. Es fácil encerrarnos en nuestra propia vida y nuestros problemas, y  cuando eso sucede, perdemos oportunidades de conocer a seres humanos valiosos. Los puentes que construyes cuando te acercas a los demás y te involucras con ellos, te pueden generar algunos conflictos, pero el esfuerzo bien vale la pena, porque también te producen calidez y promueven la amistad.

El primer paso para construir puentes, es reconocer que estamos en una orilla, separados por el mar de nuestras emociones, intereses, ideas, y necesidades. El segundo paso es admitir que la otra persona es diferente en pensamientos, acciones, ideas, y expresiones respecto al resto de los seres humanos. El tercero es la identificación de aquello que nos separa, lo que nos impide llegar uno al otro: ideas, sueños, proyectos, creencias, emociones. El cuarto es aceptar que necesito para construir ese puente que me permita una mejor relación, un acercamiento. Y por último, cada uno desde su orilla, construir una estructura que me permita encontrarme con el otro.

PARA DESTACAR:

Lo más difícil de aprender en la vida es que puente hay que cruzar y que puente hay que quemar (Bertrand Rusell).