Aunque las elecciones del 11 de marzo demostraron que la oposición sigue avanzando en representación, no hay muchas sorpresas en la nueva conformación del Congreso de la República. Sin embargo, desde el Centro de Estudios del Trabajo (Cedetrabajo) evidenciamos cuáles son los retos económicos que el nuevo Gobierno tendrá que enfrentar durante los próximos cuatro años.
Las elecciones legislativas que definieron la conformación del Congreso de la República (2018 – 2022) marcan el verdadero comienzo de la carrera presidencial, y revelan la fuerza política que tendrá el próximo Gobierno para sacar adelante retos económicos esenciales para el país.
Para Mario Valencia, director del Centro de Estudios del Trabajo (Cedetrabajo), el crecimiento económico debe estar atado a la reindustrialización. Por eso es necesario que el nuevo Gobierno tenga como primer reto económico la creación de una nueva política productiva y de empleo, porque tras 28 años de apertura económica la promesa de aumentar el desarrollo agroindustrial y las exportaciones, no ha demostrado ser efectiva.
“Se debe evitar que sectores claves para nuestra economía como lo son textiles, papel, químicos, cauchos, metalúrgicos y equipos de transporte, sigan desapareciendo, porque generan encadenamientos hacia atrás y adelante. Un comportamiento que no tiene la actividad minera” asegura Valencia.
También es necesaria una nueva política comercial. El país ha perdido durante las últimas tres décadas parte de su aparato productivo. Una situación que ha empujado hacia atrás las exportaciones tradicionales y mantiene el ingreso de los hogares por debajo de US$6.000 per cápita al año. Una cifra preocupante si se tiene en cuenta que en Estados Unidos es de US$57.000.
“Es indispensable evaluar y revisar los acuerdos económicos negociados, que impiden establecer requisitos de desempeño a la inversión extranjera, como la transferencia tecnológica” aseguró el director de Cedetrabajo.
Pero son las medidas tributarias y pensionales las más claves para superar condiciones de desigualdad y de corrupción. Por eso el próximo Gobierno deberá buscaruna reforma fiscal profunda en la que aumenten los impuestos directos, disminuyan los indirectos, se reduzca la evasión y fuga de capitales, se revisen los beneficios tributarios y se haga más eficiente el gasto público. Asímismo, una reforma pensional que aumente la formalización (para lograr mayor número de cotizantes) y elimine la competencia entre el sistema público y privado.