Daniel Pittet fue monaguillo cuando tenía nueve años y, en su rol, vivió terribles experiencias. Fue acogido por Joel Allaz, fraile capuchino, en la catedral de Friburgo, Suiza. Estuvo tres años como monaguillo y en ese tiempo fue violado por Allaz más de 200 veces. Pittet contó su historia en Madrid, durante la presentación de su libro titulado “Le perdono, padre. Sobrevivir a una infancia rota”, informa el diario español ‘El País’.
La aprobación del Papa
El papa Francisco estuvo a cargo del prólogo del libro. En él, aprueba la publicación y expresa que romper el silencio es necesario, precioso y valiente. A pesar de que resulte difícil para quien fue víctima de un pederasta.
Entre las páginas, Pittet afirma haber perdonado a su violador. Dice que el perdón lo hizo libre y por eso fue capaz de construir su vida. Hoy es bibliotecario, casado y con seis hijos. El libro cuenta con un epílogo escrito por Allaz. En él, confesa que no solo violó a Pittet, sino que también violó a otros 150 niños. Ocho de sus víctimas optaron por el suicidio.
Un terrible recuerdo
Pittet recuerda y cuenta la primera vez que fue víctima de Allaz. Se trataba de un sábado en misa. El padre lo invitó al convento con la excusa de que le enseñaría un mirlo que hablaba. El niño fue pensando que vería algo mágico. En su lugar, fue encerrado en la habitación del padre, donde ocurrió el suceso.
Luego, el padre le sirvió una limonada y le pidió que lo que había sucedido quedara solo entre ellos. Pittet confiesa que durante la misa lo único que él veía era a un “viejo cerdo”.
Fue una de sus tías abuela quien notó lo que estaba sucediendo y le prohibió que volviera a ver al padre. El niño, entonces, fue a despedirse y a comunicarle que ya no le permitían volver. Allaz lo violó una vez más y luego le comunicó que podía marcharse porque ya no lo necesitaba.
Texto tomado de: www.grandesmedios.com