*Marta Sáenz Correa

6a00d8341bfb1653ef0192aa8959fb970dMás de lo que uno se imagina, nos encontramos con personas resentidas en nuestro medio laboral, familiar y social. El observar y compartir situaciones en donde nos complicamos la vida por pequeñeces, malos entendidos, chismes, y hechos que nunca se esperaban que sucedieran, me motivo a escribir esta columna sobre el perdón. El resentimiento es una de las cargas más pesadas que una persona pueda llevar consigo; físicamente nos enferma, mental y emocionalmente nos deprime, y espiritualmente nos estanca. Es por esto que aprender a perdonar es muy importante y aunque pueda ser difícil para algunos, es posible.

El perdón es un acto de voluntad en el cual se opta por cancelar la deuda moral que la otra persona ha contraído conmigo al ofenderme, y por lo tanto lo libero. En cuanto al deudor, evidentemente no se trata de suprimir la ofensa cometida, de eliminarla y hacer como que nunca haya existido, porque carecemos de ese poder. Pero cuando perdonamos, nos liberamos de la esclavitud producida por el odio y el resentimiento, y no dejamos nuestra felicidad en manos de otro.

Perdonar no es olvidar, es recordar sin que te duela. Llegar a ese punto no es cosa rápida, ni fácil, pero tampoco imposible, es un proceso que se da paulatinamente. Para las psicoanalistas francesas Gabrielle Rubin y Nicole Fabre, un perdón otorgado demasiado rápido puede ser percibido por el culpable como una absolución, por lo cual un perdón dado con afán no aliviará a nadie, hay que darle tiempo al tiempo.

Samuel Socquet Juglard comenta en la revista francesa Psychologies, que hay situaciones más difíciles que nos impiden pensar en el perdón de forma inmediata; a manera de ejemplo: perdonar a un atacante, a alguien que nos ha defraudado, al conductor ebrio que se ha llevado por delante uno de nuestros seres queridos, o al violador que abuso de un niño de la familia. Se trata de un viaje interior que puede ser largo y exigente, difícil de emprender.

El perdón es un acto de coraje para algunas personas, para otras, una confesión de debilidad. Cuando la situación en la que estamos parece no dejarnos otro camino que preferir la venganza, es muy difícil que lleguemos a conceder el perdón. Sin embargo, debemos intentar deshacernos de la carga emocional y del dolor que nos causan las heridas de quienes nos han decepcionado, traicionado o herido.

Por último y no menos importante, es necesario hablar del perdón a nosotros mismos, que nos permite liberarnos de la culpa, las expectativas y la necesidad de ser perfectos; nos ayuda a querernos más y por lo tanto abrir nuestros corazones a los demás.

Nota adicional

El perdón es un acto de voluntad en el cual se opta por cancelar la deuda moral que la otra persona ha contraído conmigo al ofenderme