Marta Sáenz Correa

En mi compromiso semanal de escribir la columna para mis lectores encontré una carta abierta a un padre ausente que me conmovió y me motivó a escribir al respecto. Personalmente estoy convencida que el mejor de los roles en que nos desempeñamos en la vida es sin duda el de ser padres y en el desarrollo de esa tarea los papas juegan un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo del niño.

Un padre puede estar ausente en la vida de los hijos por distintas razones, pero la ausencia del padre no es lo mismo que inexistencia. Tal vez viaja a menudo, vive en otra casa o país, trabaja muchas horas o quizás es un hombre poco valorado por la madre del niño, pero el hijo sabe de su existencia. En otros casos, el padre es desconocido porque se fue y no dejó rastro alguno o porque el hijo es el resultado de una relación pasajera de la madre.

Un hijo es siempre el producto de un hombre y una mujer, y aunque algunos de ellos este ausente, desaparecido o muerto, a ningún niño se le debe decir: «Tú no tienes padre» porque eso distorsiona la naturaleza de las cosas. Y por más desprecio o resentimiento que tenga una madre hacia el padre de su hijo, no tiene derecho a excluir la existencia del hombre.

Todos los niños tienen un padre, pero no todos tienen un padre que esté presente en sus vidas, y esta ausencia de su progenitor tiene un efecto psicológico en los jóvenes a medida que crecen y forman sus identidades. Tener un padre en tu vida no garantiza el bienestar emocional y no tener uno no es sinónimo de que vayas a tener problemas psicológicos, sin embargo, la ausencia de la figura paterna puede tener efectos notables.

La ausencia de la figura paterna no solo va a afectar la forma como nos relacionamos con los demás, sino que también va a predisponer ciertos comportamientos socialmente inapropiados. Según la organización americana National Fatherhood Iniatiative, los hijos de padres ausentes tienen tres veces más probabilidades de fracasar socialmente, cinco veces más de suicidarse por la escasa tolerancia a la frustración y por las pocas posibilidades de éxito social y económico, diez veces más a consumir sustancias adictivas, catorce veces más a llevar conductas sexuales inadecuadas como violaciones y veinte veces más propensos a la depresión y a mostrar desordenes de conductas. Lo anterior unido al creciente número de separaciones, divorcios de parejas o madres solteras, generará un incremento de problemas sociales, a los que todos debemos estar atentos.

Nota adicional

Un hijo es siempre el producto de un hombre y una mujer, y aunque algunos de ellos este ausente, desaparecido o muerto, a ningún niño se le debe decir: «Tú no tienes padre» porque

eso distorsiona la naturaleza de las cosas. Y por más desprecio o resentimiento que tenga una madre hacia el padre de su hijo, no tiene derecho a excluir la existencia del hombre.