*Marta Sáenz Correa

Después de la jornada electoral, producto de la dinámica de las campañas, quedan resentimientos por lo expresado en la contienda; lo más recomendable es que los que perdieron lo asimilen, reconociendo la victoria de su contradictor y tomando el proceso como un aprendizaje, y que los que lograron el objetivo, olviden las ofensas y resentimientos, pasen la página y celebren la meta alcanzada.

Iniciemos por definir el resentimiento, dolor moral que se produce como consecuencia de una ofensa y que va acompañado de rencor y hostilidad hacia quienes causaron el daño. La persona que lo sufre no logra olvidar la ofensa, de manera que lo vuelve a sentir una y otra vez (re-siente).

La ofensa puede producirse de diversas formas, bien como un hecho que alguien realiza contra uno: un descrédito personal, un desprestigio profesional, una agresión o una calumnia, o bien en forma de omisión, que es una ofensa más sutil pero también dañina, como no recibir la invitación que esperaba, la falta de reconocimiento por un trabajo bien hecho, o cuando no se reciben muestras de amistad de alguien que uno considera su amigo.

El resentimiento es una carga pesada, un castigo autoimpuesto del que puede ser difícil liberarse. Quien te hirió, bien adrede o porque cometió un error, continua teniendo influencia en tu vida, quizás sin merecerlo. Los efectos de una ofensa no duran para siempre, a menos que tú decidas que así sea. Debes crecer, no puedes sentirte ofendido toda tu vida por las mismas razones. Recibir ofensas es inevitable y perdonar también. En palabras sencillas no puedes evitar que llueva, pero si puedes evitar mojarte. No seas de aquellos que justifican su amargura con el pecado del otro.

Con frecuencia cometemos el error de pensar que el perdón debe surgir de nuestros corazones, que debe nacernos. Pero el perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, porque perdonando tendrás paz en tu alma. John Balfour afirmaba: » Lo mejor que puedes dar a tu enemigo es el perdón; a tu oponente, tolerancia; a un hijo, buen ejemplo; a tu padre, deferencia; a tu madre, una conducta de la cual se sienta orgullosa; a ti mismo, respeto; a todos los hombres, caridad».

Debemos olvidar las ofensas que nos hacen, porque de esa forma evitamos guardar rencor. Perdonar no solo tiene como beneficio el crecimiento interior, sino que también trae consigo una gran paz en quien lo practica. Perdonar es un ejercicio de las virtudes, porque para perdonar se necesita de caridad, humildad, paciencia, prudencia, fortaleza y amor.

Nota Adicional

Con frecuencia cometemos el error de pensar que el perdón debe surgir de nuestros corazones, que debe nacernos. Pero el perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. John Balfour afirmaba: » Lo mejor que puedes dar a tu enemigo es el perdón; a tu oponente, tolerancia; a un hijo, buen ejemplo; a tu padre, deferencia; a tu madre, una conducta de la cual se sienta orgullosa; a ti mismo, respeto; a todos los hombres, caridad».