Acaba de cumplir 31 años de haber sido asesinado por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en el municipio de Tierralta.

Por: Domingo Cogollo Narváez

Especial para La Ventana

Como en el cuento de García Márquez, el día de su muerte el sacerdote Sergio Restrepo Jaramillo, dijo a sus compañeros jesuitas que algo grave iba a pasar en el municipio de Tierralta, donde fue asesinado el jueves primero de junio de 1989. Pero 31 años después, este hecho sigue en la más completa impunidad.

El presbítero, como buen conocedor de la gente de la zona, había observado bien temprano, a dos hombres con actitudes sospechosas merodeando por los alrededores de la Parroquia San José de esa localidad, donde laboraba hacía diez años cuando llegó enviado desde Medellín.

Luego de las premonitorias palabras del clérigo, fueron asesinados Jesús Yánez Plata, a eso de la 9:00 de la mañana y Juan José Ortega Cordero, alrededor del mediodía. También resultó herido Luis Mejía Mendoza, quien falleció posteriormente.

En las tardes el sacerdote acostumbraba a dialogar con amigos y feligreses al frente de la parroquiasobre la situación de orden público en la población. Esa tarde cuando estaba con sus amigos, lanzó esta otra sentencia: “Es mejor que cada quien se vaya para su casa, ya mataron al del desayuno y al del almuerzo. Ahora no se sabe por quién vienen”.

Pocas horas después los sicarios llegaron por el padre Restrepo Jaramillo, quien fue asesinado al lado de la Iglesia, un sector donde con frecuencia había personal, ubicado al frente del parque y diagonal a la Alcaldía donde había vigilancia policiva.

Cómo era el padre Restrepo Jaramillo

El sacerdote Restrepo Jaramillo dejó un gran legado en Tierralta donde se ganó el aprecio de las gentes de esa localidad. Cuando llegó en 1979 encomendado por la Compañía de Jesús, lo primero que hizo fue transformar y embellecer la parroquia. La convirtió en un lugar acogedor para la oración y el recogimiento.

Después trabajó en la construcciónde la Biblioteca, la que dejó dotada y posicionada como una de las mejores del departamento; el Museo Arqueológico Zenú, ‘Sergio Restrepo Jaramillo’, único en Córdoba y la Casa Campesina de esa localidad.

El religioso también trabajó por la educación en las poblaciones más apartadas del municipio. Donde no había docentes hacía las gestiones para que llegaran y si no los conseguía con el gobierno, la misma parroquia se encargaba de pagarles a los maestros.

Era amigo de la naturaleza y el ambiente. Disfrutaba mucho de los paisajes en el Alto Sinú y la zona del Parque Nacional Natural Paramillo. En el tiempo que estuvo en Tierralta, recorrió todos los rincones de los 5 mil kilómetros cuadrados del municipio. Unas veces a pie o por agua, otras a caballo, en algunas ocasiones en vehículos y hasta en avioneta a donde solo podía llegar por aire.

Treinta y un años después de su muerte, los habitantes de Tierralta lo siguen recordando como uno de los mejores hombres que llegaron a evangelizar a esa comunidad. Una zona bastante convulsionada de Córdoba, que a través de los años ha sido golpeada por la guerrilla, el paramilitarismo y el narcotráfico.

Menos de un año antes, también en Tierralta el 3 de noviembre de 1988, había sido asesinado otro religioso, el ex sacerdote jesuita Bernardo Betancur, quien decidió  quedarse en esa población y no brilló tanto como Restrepo Jaramillo. Betancur había sido detenido y torturado varias veces por la policía. El padre Restrepo denunciaba sin tapujos esos hechos ante el púlpito.

Pero la ciudadanía de esa localidad, conocida como la ‘capital del Alto Sinú’, espera que, en estos momentos cuando se habla de verdad, reparación y memoria, se conozca la realidad de los hechos por los cuales el grupo denominado ‘Los Tangueros’ de Fidel Castaño Gil, asesinó al padre Restrepo Jaramillo.