Por Domingo Cogollo Narváez

Especial para La Ventana de Córdoba

Son las 11:00 del día y los 20 niños indígenas Embera-Katíos que aún están al frente de la sede de la empresa Urrá S.A. con sus padres y demás familiares, no han probado ni un tinto. Los aborígenes dicen que han pasado física hambre.

El día amaneció lluvioso, y los rayos de sol apenas empiezan a asomarse. Debido a eso, y a la baja temperatura, los infantes juegan, sentados unos, en pleno pavimento de la calle 48 con carrera segunda.

En ocasiones fue lo contrario, soportaron temperatura hasta de 35 grados centígrados. Era como un fogón, expresa uno de los nativos.

Pero temperaturas muy diferentes se viven en su territorio en el Alto Sinú, zona del Parque Nacional Natural Paramillo. En el lugar tienen sus viviendas en forma de tambos, tierras con cultivos y toda clase de árboles. De bajo de ellos se meten cuándo hace calor. 

Los indígenas llegaron a las instalaciones de la empresa que maneja la hidroeléctrica Urrá, construida hace más de 20 años sobre el río Sinú a 30 kilómetros de Tierralta, a pedir subsidios que por varios años estuvieron recibiendo de la entidad. Allí aguantaron sol y agua.

Para protegerse se cubren con carpas plásticas de color negro, duermen unos en colchonetas y otros en pleno piso. En ese lugar han estado por espacio de ocho meses, desde el 14 de diciembre del año pasado, cuando algunos por primera vez conocieron a Montería.

“Algunas entidades y comerciantes nos colaboraron con productos alimenticios al comienzo, pero a medida que fue pasando el tiempo, y debido a la pandemia, la cosa de puso dura”, expresa uno de los aborígenes.

Simón Domicó Majoré de 65 años, es uno de los líderes de los Embera-Katíos que ha ocupado todas las posiciones por las que pasan los máximos dirigentes de la etnia en esa zona al sur del Córdoba.

Él dice que La Minga vino a la sede de Urrá, para solicitar servicios de salud, educación y recompensa de tierras. Lo mismo que atención para niños, mujeres y ancianos.

Explicó que con representantes de Urrá y del Gobierno Nacional firmaron un documento, donde ellos, unos cien indígenas, se comprometieron a regresar a las comunidades de los ríos Sinú, Verde y Esmeralda. Por eso se van este miércoles 11 de agosto.

Pero mientras el veterano dirigente atiende al periodista, pasa desprevenido por el lugar, un hombre bien vestido. Una de las indígenas, con su falda de flores enrollada, se le acerca y le dice que ya va a ser al mediodía, y no han ingerido ninguna clase de alimentos.

El hombre, sin pensarlo dos veces, se mete la mano al bolsillo y le regala un billete de 20 mil pesos. La mujer se lo agradece y parece que le hubiera visto la cara a Dios.

Aprovecha un instante y le señala los 20 mil pesos a Simón Domicó. Éste, enseguida ordena en su lenguaje, que vayan a comprar, en la tienda más cercana, algunos artículos para hacer una olla comunitaria.

Ese sería el último ‘bocao’ que se iban a comer los Embera-Katíos que quedaban al frente de la sede de Urrá en Montería, donde estuvieron pasando hambre.   

Mientras los representantes de la única etnia que aún conservan sus tradiciones en Córdoba, pasan necesidades; en Moñitos, Lorica, San Pelayo, Montería y otros municipios, se pierden más de mil toneladas de ñame por falta de comercialización. No hay quien compre el producto.