Los indígenas argumentan que la explotación de la mina de Cerro Matoso, les genera dermatitis, pérdida de la visión, malformaciones y  esterilidad, entre otros males.

 

Por: Oswaldo Marchena Mendoza. 

@marchenojob

Esta semana me topé en una asamblea de Asocabidos La Esperanza, con el cacique Israel Aguilar Solano, gobernador del resguardo indígena Zenú del Alto San Jorge en Córdoba. Hacía mucho tiempo quería entrevistarlo para preguntarle sobre los problemas de salud que aquejan a las comunidades indígenas y afros que viven en la zona de influencia de Cerro Matoso.

De Israel Aguilar, tuve noticias en aquel largo conflicto entre comunidades indígenas y afros de la zona de influencia de la mina de Cerro Matoso en el departamento de Córdoba, el cual terminó el 29 de octubre de 2013, con un acta de compromiso en la que se fijaron metas a corto, mediano y largo plazo, donde se destacaban aspectos en materia de salud, educación, vías, agua y viviendas.

Para entonces, se hizo visible su liderazgo porque durante varias semanas logró paralizar la producción de níquel en la poderosa Cerro Matoso, tras organizar protestas con las comunidades indígenas que bloquearon la entrada a la mina y paralizaron su producción.

Hay dos imágenes de aquella protesta que no olvido: las fotos de niños con malformaciones en sus cuerpos, y la vehemencia del cacique Israel Aguilar para exigir mejores condiciones de vida para las comunidades aledañas a la mina. ¿Cuál es el problema de salud que más se evidencia en la zona de influencia de la mina? Las respuestas fueron contundentes y demoledoras.

“Una de las afectaciones que se observan a simple vista son los problemas en la piel de las personas, la tienen como pulverizada. Allá le dicen que es una rasquiña, pero no han podido controlarla ni con medicina occidental, ni con la tradicional, y se le sigue dañando la piel a muchas personas, no sólo a los adultos, y esto es lo que más preocupa, porque la piel de niños y jóvenes, criados con toda la fuerza de la naturaleza, no resiste la contaminación”.

“Qué va a pasar con las nuevas generaciones que vienen a través del tiempo, teniendo en cuenta que la actual economía introduce nuevos procesamientos con poco respeto a lo ambiental, y como resultado de ello vemos con dolor comunidades más débiles, lo cual es una situación bastante compleja para nosotros”, sostuvo.

Los indígenas denuncian que la explotación de la mina les genera dermatitis, pérdida de la visión, malformaciones y esterilidad, entre otros males.

La historia del conflicto.

El corazón del acuerdo entre el Gobierno Nacional, representantes de las comunidades y Cerro Matoso, contempló la realización de un estudio de salud ambiental, con el propósito de determinar posibles afectaciones en la comunidad como consecuencia de la exposición al níquel, y para su financiamiento CMSA acordó desembolsar 2 millones de dólares, y en caso de evidenciarse afectaciones, se comprometió a tomar las medidas correctivas.

En aquella oportunidad quedó claro que el acuerdo era independiente a las acciones legales adelantadas por juristas en representación de las comunidades, cuyo resultado de las mismas está por definirse en los estrados judiciales.

¿Y el estudio?

Desde entonces he seguido el desarrollo de los acontecimientos después de la firma de aquella acta de compromiso, y me he preguntado siempre en mis escritos por qué después de tanto tiempo, aun no se contrata la realización del acordado estudio de salud ambiental.

Después de más de tres años de aquellos compromisos el estudio no arranca, mientras las comunidades están viendo crecer una nueva generación con la piel pulverizada, como describe dicha enfermedad el cacique Israel Aguilar.

El estudio de Medicina Legal.

En medio del proceso de una acción de tutela presentada por las comunidades (violación a derechos fundamentales a la salud…), y por petición de Cerro Matoso, la Corte Constitucional le solicitó al Instituto de Medicina Legal un estudio técnico que definiera si la actividad minera era la que generaba los males que aquejan a los indígenas y afrodescendientes que viven en las zonas aledañas.

La entidad identificó, entre 1.147 personas evaluadas, que más del 20% sufre afecciones respiratorias, algo que según expertos podría considerarse un problema de salud pública, pero Cerro Matoso señaló que el estudio no es concluyente y planteó dudas sobre sus resultados.

Entre otros aspectos, el estudio estableció que el níquel entra al cuerpo humano, principalmente, por los pulmones, el tracto gastrointestinal y la piel. El cuadro clínico, sostiene el informe, evidencia rinitis, sinusitis, perforaciones del tabique nasal y asma.

Una de las partes más preocupantes del citado estudio, asegura que en el 41.32% de los casos (474) se encontraron manifestaciones dermatológicas con mayor cantidad de síntomas en la población de Pueblo Flecha, corregimiento cercano a la mina.

Mientras Cerro Matoso se enfrasca en discusiones etéreas, sobre si los resultados del estudio de Medicina Legal son definitivos o no para tomar decisiones, en las comunidades aledañas a la mina, los abuelos observan inermes cómo las jóvenes, niños y niñas, crecen indefensos ante la contaminación ambiental con la piel pulverizada.