“Se contagió salvando vidas y hoy está enferma y en la pobreza absoluta, abandonada por su EPS, por el hospital San Jerónimo y por la ARL Sura.”
Por: Oswaldo Marchena Mendoza.
@marchenojob
Es como si la Divina Providencia hubiera escogido a la auxiliar de enfermería, Rita Taboada Vertel, para desnudar las miserablesas de las entidades y personas que manejan los recursos de la salud. Ella representa a miles de trabajadores de ese sector, que en medio de la batalla contra el COVID-19, en la primera línea de atención, se contagiaron con el virus y lograron sobrevivir. Pero después les ha tocado en la soledad, sin respaldo alguno, agobiadas por la pobreza, luchar contra algo que los expertos llaman las secuelas post Covid-19.
Supuestamente a esos trabajadores de la salud que le han puesto el pecho a la pandemia, les llamamos “Héroes”. Deberíamos describirlos más bien como “Mártires”. Hablando con Rita, recordé a un enfermero amigo que a diario me sugería que le preguntara desde mis redes al Gobierno Nacional por los famosos incentivos para el sector salud, ese que no todos recibieron. El COVID-19 se llevó a mi amigo enfermero, mientras las promesas del Gobierno Nacional se volvieron quimera.
Debería darle pena y vergüenza al ministro de Salud, saber que en Montería hay una madre soltera, auxiliar de enfermería, que se contagió de COVID-19 en julio del año pasado mientras atendía a pacientes en el hospital San Jerónimo de Montería, y que después de permanecer 15 días hospitalizada en la misma institución, salió con vida, se fue a terminar de recuperar a su casa, donde hoy por las secuelas de la enfermedad no ha podido volver a trabajar. Se contagió salvando vidas y está enferma, en la pobreza absoluta.
Rita Taboada tiene diagnosticada una fibrosis pulmonar, y por la falta de pago no tiene forma de desplazarse para que le practiquen las terapias. Su salud se está deteriorando mientras la EPS Mutual SER, la ARL SURA y el hospital San Jerónimo de Montería se pasan la pelota y eluden sus responsabilidades.
En junio recibió el último pago del hospital, y tras la enfermedad fue incapacitada por su EPS Mutual SER, pero la misma no le ha pagado esa y dos incapacidades más. Su situación es más dramática porque es madre soltera. Teniendo en cuenta que el Gobierno Nacional decretó el COVID-19 como enfermedad laboral, debería la ARL responderle a Rita por los salarios dejados de percibir; sin embargo, ello no ha sucedido.
La ARL SURA le canceló una incapacidad de 45 días el año pasado, y eso son los únicos recursos que ha recibido desde que abandonó el hospital, tras superar el COVID-19, aún convaleciente y con la necesidad de oxígeno. Otra terrible secuela de ese virus infernal, fue que se le empezó a caer el cabello como si hubiera soportado varias sesiones de quimioterapia.
El olvido del hospital San Jerónimo.
Rita Taboada Vertel, se vinculó al hospital San Jerónimo de Montería desde el año 2006 por medio de una bolsa de empleo y con contrato indefinido con la entidad desde el año 2014. El actual agente especial interventor del hospital, Rubén Trejos, conoce la situación de la enfermera, Rita, pero ante el pedido de ayuda por parte de las otras enfermeras del centro de salud, el señor Trejos, les dijo que ese era problema de la ARL y que él no podía hacer nada.
“Me siento abandonada por el Estado, debido a que, en mi condición de madre soltera, a mi sola me toca pagar arriendo. Mi familia me ha ayudado, pero ya las deudas no aguantan y siento que mi situación está en un momento en que no doy más”. Subrayó, con voz entre cortada.