Ahora pide el indulto, una medida de gracia excepcional que recomendó el jurado que la condenó.

Gloria Chochi cumple una condena de 6 años de prisión en España por matar a su pareja, un hombre que la maltrataba. Ahora tiene la esperanza de que el presidente del Gobierno le conceda el indulto, un perdón excepcional por el que podría salir de la cárcel y reunirse con su hijo. Esta es su historia.

Su tormentosa relación había terminado, pero William Richards volvía constantemente, cada vez con más amenazas, a su casa en Fuenlabrada, una ciudad cercana a Madrid. Chochi decidió entonces colocar una barrera de metal en su ventana al nivel de la calle.

Estaba tan asustada que había conseguido que un juez decretará una orden de alejamiento contra Richards.

Pero eso no lo detuvo.

El 20 de septiembre de 2015 sus gritos podían oírse al otro lado de la ventana: «Hoy voy a matarte». Ella tenía aún fresco en la memoria cuando le propinó tal golpiza que tuvo que pasar dos semanas postrada en la cama por un fuerte dolor de espalda.

Ahí estaba él otra vez, intentando desmontar la protección que acababa de instalar. Chochi alertó a un vecino y a la policía. Cuando los agentes llegaron, Richards ya se había ido. Los policías le aconsejaron presentar una denuncia, consejo que ignoró, y se marcharon.

Una hora después, Richards estaba de vuelta. Esta vez Chochi agarró un cuchillo de cocina de 17 centímetros, abrió la puerta y se lo clavó en el lado izquierdo del pecho. Le dañó un pulmón, el esófago y los bronquios, y le fracturó una costilla.

No hubo lucha. Richard murió en el acto. Chochi fue inmediatamente detenida.

Relación complicada

Originaria de Guinea Ecuatorial, Chochi conoció al nigeriano Richards en 2012. Su relación «altamente combativa», como ella la describió en el tribunal, fue empeorando por los problemas de ambos con la bebida. Él era agresivo y mostraba un comportamiento intimidatorio, y cuando estaba borracho la golpeaba si se negaba a mantener relaciones sexuales.

Él tenía una influencia destructiva sobre la mujer y ella lo veía como a un «Dios», según dijo Claudio Lobo, su abogado. No importaba cuánto Richards abusara de ella, parecía que siempre lo perdonaría.

El día que lo acuchilló, estaba en un estado de «desorden mental» provocado por un «miedo y un shock insoportables», de acuerdo con la versión que dio su letrado en el juicio.

La autopsia determinó que había actuado con «fuerza extrema» en «una agresión brutal», empujando el arma incluso cuando ya estaba dentro del cuerpo de Richards.

En diciembre, un jurado de nueve personas halló a la mujer de 41 años culpable de homicidio con el atenuante de «miedo insuperable».

«Nunca me sentí protegida«, dijo Chochi desde su celda. El jurado que la condenó recomendó que se le concediera el indulto y ella pide ahora la ayuda del presidente del gobierno español.

El precedente de Francia

Dos centenares de personas fueron indultadas en España en los últimos cuatro años. En 2017 fueron solo 26, el número más bajo en casi dos décadas. No hay constancia de que nunca esa gracia se concediera sobre la base de que el condenado o condenada fuera objeto de violencia doméstica. La solicitud debe ser aprobada por el Consejo de Ministros, que preside Mariano Rajoy, y sancionada por el rey.

El caso de Chochi llega después del de la francesa Jacqueline Sauvage, que fue noticia en su país hace dos años cuando el presidente François Hollande la indultó. La mujer de 69 años había matado a su marido, que abusó de ella y de sus tres niños durante casi cincuenta años, el día después de que uno de sus hijos se suicidara.

Para Irene Ramírez Carrillo, abogada de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, una ONG con sede en Madrid que se dedica a ayudar a las víctimas de la violencia doméstica, Chochi debería beneficiarse de una medida similar.

«Es para casos como este para los que existe el indulto«, afirmó. «Se falló a la hora de protegerla. Ella era una víctima«.

En los últimos diez años más de 570 mujeres han muerto a manos de sus parejas en España, 49 solo en 2017, lo que aumentó la presión sobre los políticos para que tomen medidas. Después de varios intentos, los partidos alcanzaron un acuerdo para impulsar un programa contra la violencia de género que incluye mecanismos para identificar mejor a las víctimas y ayudarlas.

La protección en el país está ahora «entre las mejores de Europa», asegura Carrillo.

Pero, pese a las mejoras, los activistas afirman que el machismo sigue muy arraigado en sectores conservadores de la sociedad que siguen viendo la violencia contra las mujeres como un problema menor.

Mientras España, como otros países, da pasos para controlar a los agresores y apoyar a las víctimas, surge otra cuestión: ¿cómo debería el sistema judicial tratar una mujer que ataca a su agresor?

Contagio

Cuando Chochi llegó al país europeo en 2010, era una «mujer libre que quería estudiar más y trabajar», le contó su hermana Eva al diario El País. Hizo un curso en atención geriátrica y en unos meses encontró trabajo como cuidadora a domicilio.

La primera vez que informó de sus problemas con Richards fue en octubre de 2012, cuando Chochi pidió ayuda en Caid, un grupo de Fuenlabrada que asiste a personas alcohólicas y toxicómanas. Un informe médico mencionado por la prensa española recogió que él «la obligaba a beber de manera que pudiera controlarla». Un representante de Caid dijo que no podía dar detalles sobre el caso.

Chochi pidió ayuda varias veces y, en 2014, según las informaciones publicadas, denunció los abusos a la Policía. Pero nunca se investigaron a fondo, asegura Lobo, que sostiene que a Chochi la ignoraron por tratarse de una inmigrante africana.

Richards era portador del VIH, algo que Chochi dice que nunca le contó. Según Lobo, se quedó embarazada, pero, desconocedora de que le había contagiado el virus, no se sometió a ningún tratamiento.

Así que cuando nació el niño en 2013, también él estaba infectado.

Mientras, las riñas de la pareja se iban haciendo cada vez más graves. Una vez, Chochi y su hijo tuvieron que pasar la noche en la calle porque, según contó, Richards se negó a dejarles entrar en la habitación en la que vivían en una casa compartida. Poco después, los servicios sociales les retiraron la custodia del niño.

Pero el verano antes de que matara a Richards, Chochi creyó que estaba cerca de recuperarlo. Había dejado de beber, encontrado un empleo y vivía por sus propios medios en un apartamento que había alquilado.

Desde la cárcel, Chochi dijo tener esperanzas de que se le concedería el perdón y podría reunirse con su hijo. Ahora se le permite visitarlo una vez al mes y, cuando se vieron en febrero, él le entregó un dibujo que hizo. Muestra una pequeña casa en la que viviría él junto a una más grande para ella.

Sin una fecha fijada para la decisión sobre su caso, por ahora Chochi solo puede imaginarse de vuelta a casa en los dibujos.

Un asunto delicado

El posible indulto a Chochi mereció algunos comentarios cuestionándolo en la prensa española. La columnista de El Mundo Emilia Landaluce recordó que el caso de la francesa Sauvage «no estuvo exento de polémica por las serias dudas que para algunos (entre ellos el jefe del sindicato de los magistrados) planteaba el relato de Jacqueline, que desde entonces se convirtió en un símbolo de la lucha contra la «violencia de género».

«¿Acaso los hombres no tienen derecho a defenderse en los tribunales como las mujeres? ¿Es el género (que la víctima sea hombre) un atenuante?«, se preguntaba Landaluce, que reclamaba prudencia ante historias como la de Chochi.

Tomado de: eltiempo.com