Cuatro mil víctimas de las comunidades étnicas Zenú asentadas en los municipios sucreños de Ovejas y San Onofre recibieron de la Unidad para las Víctimas el reconocimiento como sujeto de reparación colectiva.
La Unidad para las Victimas notificó esta semana como víctimas sujeto de reparación colectiva a cuatro mil indígenas pertenecientes a las comunidades étnicas de Galapa, jurisdicción de Ovejas; y de Berrugas, Aguas Negras, Cabildo Urbano y Pajonal, en San Onofre, todas ellas pertenecientes al pueblo Zenú, en el departamento de Sucre.
Durante el acto de reconocimiento, que se realizó en la Casa de la Cultura de San Onofre, estuvieron presentes miembros de esas comunidades étnicas y funcionarios de la Alcaldía municipal y de la Unidad para las Víctimas. Los indígenas del pueblo Zenú narraron los hechos victimizantes de los que fueron víctimas.
Para las comunidades étnicas de Galapa, el reconocimiento se llevó a cabo el miércoles 19 de abril en la sede de la Casa Comunitaria de San Rafael del municipio de Ovejas. En esta comunidad hay unas 1.600 víctimas, muchas de ellas víctimas étnicas de Flor del Monte.
“Fui víctima de varios hechos violentos. Tres de mis hermanos fueron asesinados; a mi hermana la esperaron en un retén en Flor del Monte y no volvimos a saber de ella nunca más… Las FARC, responsables del secuestro y de su posterior asesinato dieron las coordenadas donde supuestamente está enterrada pero aun así no la hemos podido encontrar”, contó Francisco Narváez, una de las víctimas étnicas.
Narváez recordó que en el año 1998, seis habitantes de Flor del Monte y de San Rafael fueron asesinaron. También, que en ese hecho “cayó mi hermano Benigno”, dice. “Hoy pedimos que nos reparen otros daños que nos dejó la guerra, queremos conocer la verdad de nuestras victimas desaparecidas: ¿qué les hicieron? ¿qué les paso?”, enfatizó.
A su turno, Anabel Olivera, Secretaria de Interior de Ovejas y también víctima, recuerda la violencia que la afectó en esa época, en la que se desempeñó como inspectora de Policía. “Ovejas y San Rafael fue la región elegida para que un acto de entrega de armas por parte de la Corriente de Renovación Socialista, una línea dentro del Ejército de Liberación Nacional (ELN)”, rememoró.
“En aquella época –continúa-, en la zona reinaba el miedo. Con sólo escuchar en la noche los ladridos de los perros, nos alarmábamos. Fueron muchas las exhumaciones, levantamientos de cuerpos, amenazas… La Iglesia era el lugar de reuniones entre el grupo insurgente y la población civil. La guerrilla dominaba”, concluyó.
Ricardo Cubides coordinador de Reparación Colectiva en la región Caribe de la Unidad para las Víctimas, aseguró que las reparaciones son “una herramienta que les permite ser reconocidos por el Estado como sujetos colectivos”. “Esta herramienta está diseñada para la reconstrucción de tejido social y para que las comunidades golpeadas por el conflicto logren construir planes de reparación étnica colectiva transformadora”.