
Por. Oswaldo Marchena Mendoza
En twitter @marchenojob
Eran otros tiempos, la violencia consumía a muchas regiones del Caribe Colombiana, mientras que en la vecina Venezuela se respiraba eso que tanto anhela una persona, prosperidad y tranquilidad. Muchas familias se fueron huyendo de municipios de Córdoba, con el rostro desfigurado por la desesperanza y poseídas por el miedo; se fueron a buscar trabajo a Venezuela y a edificar una nueva vida.
Muchos año después, ese mismo destino, pareciera en que se empeñara en volverlos ver a sufrir y a deambular por calles oscuras, llenas de pobreza, invadidas por drogas, y en lugares donde reina la ley del más fuerte. Volvieron expulsados por el gobierno Bolivariano de Venezuela con la etiqueta de desplazados a habitar un país que en el pasado les negó las mínimas condiciones para alimentar y educar a sus hijos.
En Montería muchos de estos hombres, mujeres y niños se fueron recostando en la invasión Casa Finca, otros habitan en orillas del río Sinú en la margen izquierda; la mayoría no cuentan con un sistema de salud, y por eso algunos de sus hijos han muerto devastados por la desnutrición.

Los desplazados que volvieron a ser desplazados.
Georgina Zúñiga Moreno, es nativa de Chigorodó Antioquia, y se fue al vecino país, según ella, amenazada por la guerrilla de las FARC, y de allí fue devuelta a Colombia por el gobierno de Nicolás Maduro. “Tengo 7 hijos, me vine para el barrio El Poblado; actualmente estoy en la invasión Polvo Parao, y donde tengo una niña de 14 años en estado de embarazo. El lugar es muy feo, porque a mis niñas les toca convivir con gente que consume drogas.
Para los programas del Estado me censé junto con el papá de mis hijos, pero luego me separé, y mientras él recibió su vivienda, yo sigo deambulando por zonas oscuras peligrosas, ya que no tengo acceso a dichos programas porque aparezco en el núcleo familiar con mi ex pareja.
Ingrid Rodríguez, vive en Rancho Grande, hace dos meses se vino de Venezuela, porque tiene una niña epiléptica y el medicamento para controlarla ya no se conseguía en el vecino país; reata además que hubo momentos en que no se conseguía comida, y por ello decidió volver a su natal Montería tras durar 22 años en Venezuela. “Nos estoy recibiendo ayuda alguna del Estado, mi esposo es albañil, trabaja cuando lo contratan y vivo con mis 4 hijos”, asegura
Yanelin Palencia, es nativa de Venezuela, y se vino para el departamento de Córdoba, debido al caos que reina en su país. “Tengo dos niños, estoy con mi esposo en Casa Finca. En los centros de salud no me quieren atender debido a que no tengo afiliación a algún sistema de salud, por no tener la nacionalidad colombiana”, sostiene.
Elizabeth Berrocal, nació en Montería, migró hacia Venezuela hace muchos años porque le mataron a su esposo, donde duró 17 años con sus hijos; “Los primeros años fueron difíciles, pero luego la suerte cambio cuando consiguieron trabajo; yo le agradezco mucho a Venezuela”, afirma. Sin embargo la crisis del país vecino la trajo de vuelta a Montería, al barrio La Palma, en la casa de su señora madre. Ahora es una desplazada más.
Arelis Izquierdo, nació en Montería, es hija de Elizabeth Berrocal, y hace parte de ese grupo de personas que buscó mejor suerte en el vecino país, donde vivió 11 años, “Pero ahora me tuve que venir debido a que nos estábamos muriendo de hambre; mi esposo es venezolana y está acá conmigo, junto con mis hijos que afortunadamente tienen la nacionalidad colombiana”, sostiene.