Por: Jairo Torres Oviedo

Fake news, es un problema que amerita un análisis en relación con la función social de los medios de comunicación; esto, debido a que la verdadera función de los medios está centrada en: informar, recrear, educar, entretener, promover la cultura y servir a la sociedad; responsabilidad amplia, compleja y vital para el funcionamiento social y democrático. Cuando los medios de comunicación actúan con objetividad e independencia, alejados de la manipulación y prejuicios; los ciudadanos tienen acceso a una comunicación objetiva que informa y educa. Lo anterior, no impide que los medios profesen, defiendan sus ideologías o creencias; esto es válido, mientras se expresen con autonomía, ética y respeto por el otro. Hacer lo contrario produce y profundiza la polarización que degrada y desvirtúa la función social de los medios. Lo que se evidencia cuando los medios inclinan su línea periodística de manera dogmática alrededor de militancias políticas e intereses de quienes los financian; en otras palabras, se prostituye la responsabilidad social y la ética periodística.
En los últimos años, los avances en radio, televisión e Internet han cambiado radicalmente la forma de hacer y ejercer la comunicación social; en un abrir y cerrar de ojos, la comunicación migró a la virtualidad, convirtiéndose en un fenómeno masivo y abierto, lo que transformó el ejercicio de la comunicación, permitiendo la masificación de medios; de igual modo, se permitió a muchos ejercer este oficio sin control alguno; en ocasiones, sin título profesional específico. Este contexto exige un manejo responsable de la comunicación, estableciendo normas legales y morales que sancionen los abusos, manipulación, persecución, calumnias e injurias que atentan contra la honra y dignidad de las personas. Lo anterior perturba la comunicación, negando su objetividad e imparcialidad; desvirtuando de esta forma, la función de educar e informar.
En este sentido, la ploriferacion de medios de comunicación puede ser interpretado como un síntoma que revitaliza la democracia, facilitando la expresión, control y veeduría ciudadana cuando es ejercido con transparencia y responsabilidad; pero, hay excepciones; lo cual ocurre, cuando algunos medios asumen comportamientos similares a los de una empresas criminal, dedicados a extorsionar y chantajear; utilizando un lenguaje centrado en el linchamiento y sicariato moral realizado en contra de personas, funcionarios e instituciones sin escrúpulos morales y legales; desconociendo derechos fundamentales como lo es, la presunción de inocencia. Este problema encuentra una de sus explicaciones cuando se ejerce la comunicación desconociendo y vulnerando regulaciones legales y éticas, generando perturbación en la comunicación; es decir, una desinformación sobre temas, problemas y personas: Fake news. Por ello, es imperioso elaborar una legislación rigurosa, que sancione de manera ejemplar la conducta y accionar lesivo de algunos medios. Del mismo modo, los que utilizan perfiles falsos para injuriar y calumniar; por ello, nuestro ordenamiento jurídico abordó esta realidad; pero ha sido débil frente al problema; a pesar de que el Constituyente del 91 consagró en el Artículo 15: “Todas las personas tienen derecho a la intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar”, asimismo, el Artículo 21 contempla: “Se garantiza el derecho a la honra. La ley señalará la forma de su protección. Constituyéndose el concepto en un derecho fundamental”. De la misma forma, la corte Constitucional se ha pronunciado en la sentencia T 550 de 2012: “El derecho al honor opera como un límite insoslayable a la libre expresión, prohibido como está que alguien se refiera a una persona de manera insultante o injuriosa, o atentando injustificadamente contra su reputación demeritándola ante la opinión ajena. Por ello, la libertad de expresión no cobija las “Expresiones formalmente injuriosas e innecesarias para el mensaje que se desea divulgar, en las que simplemente su emisor exterioriza su personal menosprecio o animosidad respecto al ofendido.” En este sentido, necesitamos medios objetivos que aporten en la formación de opinión pública y revitalicen la democracia.