Con respecto al caso del menor en Montería, la reacción de la directora del ICBF llegó muy tarde. Por él solo nos queda orar y pedirle a Dios que le ayude a sobrellevar su dolor.
Por: Oswaldo Marchena Mendoza.
En Twitter: @marchenojob
No habíamos terminado de cerrar los ojos ante la película de terror rodada en Ibagué, donde la sede de una fundación para niños discapacitados, contratada por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, se transformó en una casa de horror y torturas; cuando nos enteramos de la inoperancia de la mencionada entidad ante el caso de un menor violado que agoniza enfermo y desnutrido en un centro de salud de Montería.
El niño, según el reporte de algunos medios, fue violado por su padrastro en la vereda Chocolate del municipio de Cereté. Conocí el caso cuando una amiga me pidió el favor que le ayudara a difundir unas imágenes del niño (con el rostro protegido), donde se pedía la solidaridad de la gente para que aportara unos elementos y medicamentos que se necesitaban para atenderlo.
Además de difundir la citada imagen, entre varios colegas le solicitamos expresamente al ICBF para que se apersonara del caso. Semanas después, los medios se enteraron que el estado del niño había empeorado, que prácticamente se encuentra agonizando en un centro de salud de la ciudad, y que las actuaciones de la regional del ICBF en dicho caso han sido tibias.
Jorge Mario Galofre, personero de Montería, dijo que al ICBF le ha faltado más compromiso con el caso del menor. La presión de la Personería y de los medios originó un pronunciamiento de la directora nacional del ICBF, Karen Abudinen, quien señaló en su cuenta de twitter que una comisión especial llegará al departamento para adelantar investigaciones por casos de maltrato infantil.
Con respecto al caso del menor, la reacción de la directora del ICBF llegó muy tarde. Por él solo nos queda orar y pedirle a Dios que le ayude a sobrellevar su dolor.
Sabemos que a diario los niños mueren por desnutrición en La Guajira, nos hemos referido a los niños que están devolviendo de hogares tradicionales de bienestar porque cada día hay menos cupos, y hemos denunciado la permisividad del ICBF ante las pobres raciones alimenticias que entregan las fundaciones que administran programas de la entidad.
Otro caso que desnuda las fallas en dicha entidad sucedió durante la primera semana de mayo del presente año, cuando encontré por accidente una historia que develaba la frágil institucionalidad del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en Córdoba.
Al acercarme a un local donde reparaban celulares, me enteré que un menor de 7 años, que estaba bajo la responsabilidad del ICBF, había dormido en una fundación donde llegan adolescentes con diferentes problemas.
Jeison Hernández, dueño del mencionado local, me contó que su hijo Juan Pablo de 7 años, tras una discusión con la abuela, salió corriendo y se perdió. En las horas de la noche se enteró que el menor había llegado a un CAI donde la policía de Infancia y Adolescencia se lo entregó al ICBF.
La entidad, argumentando que en sus oficinas aparecía registrado un caso relacionado con el niño, decidió nombrarle al día siguiente una madre sustituta. Hasta ahí todo parecía un procedimiento normal, sin embargo el padre del niño pudo comprobar que aquella noche el menor durmió en una fundación donde usualmente llegan adolescentes con problemas de agresividad, abuso de alcohol y drogas.
“Mi hijo pasó la noche en una Fundación donde llegan adolescentes y jóvenes con toda clase de problemas, con conductas violentas, en un sitio no adecuado para un menor de 7 años”, me dijo Jeison Hernández, padre del menor.
Rosa María López Bedoya, defensora de familia del ICBF, sede Montería, le notificó en aquella oportunidad a Jeison Hernández el auto de apertura del proceso administrativo de restablecimientos de derechos número 44 de 5 de mayo de 2017, a favor del niño Juan Pablo Hernández, con el fin de determinar la presunta existencia, inobservancia, vulneración o amenaza de sus derechos.
Sin embargo, debido a la presión del padre, el menor le fue devuelto por el ICBF, donde al momento de la entrega le comentaron que “la madre sustituta no se lo aguantaba”.
Quedaron muchos interrogantes en esa historia: ¿Tiene el ICBF Córdoba un sitio adecuado para recibir menores de edad que tengan algún tipo de problemas? ¿Por qué el niño pasó la noche en una fundación donde llegan adolescentes con toda clase de problemas?
Después de estos casos, es pertinente preguntar, ¿Está cumpliendo el ICBF su misión de proteger a los niños?