*Marta Sáenz Correa
Diciembre, un mes de muchas actividades y celebraciones, deber ser también un espacio para planificar el próximo año: metas, propósitos, sueños y deseos. Antes de organizar todo lo que vas hacer el próximo año, es importante reflexionar sobre lo que paso en el año que termina: éxitos, experiencias vividas, frustraciones, y fracasos.
Al analizar el 2016, es imperativo realizar un listado de las situaciones más difíciles que te ocurrieron en el año, identificando los aprendizajes y lo positivo de estos hechos, verificar si las metas que te propusiste fueron reales o eran una mera ilusión, e identificar lo que funcionó y lo que no; se agradecido por lo que has vivido, deja atrás las ofensas que los demás te hicieron, y reconocerte como un ser humano capaz de superar, crecer y aprender. Lo más importante de la evaluación, es que te ayudará a no cometer los mismos errores.
Esta actividad es una buena estrategia para reconocer nuestras fortalezas, que servirán para afianzar la autoestima y la seguridad en las propias capacidades. Además, para aprender de los errores, que deberán traducirse en oportunidades de mejora. Este es un ejercicio que brinda claridad mental, que permite medir el desempeño personal, la constancia y el compromiso para así buscar el mejoramiento continuo que implica el desarrollo humano.
Aunque no existe un procedimiento estándar para realizar dicha evaluación, propongo algunos puntos a considerar: ser lo más sincero posible, e identificar de las metas propuestas, cuáles fueron los logros alcanzados, y cuales se convirtieron en metas inconclusas, ya sea porque eran demasiado ambiciosas, o porque no tuvimos la disciplina necesaria para lograrlo. No se trata de sentir frustración por lo que no se logró, sino de aprender de los errores. Vale la pena identificar las metas que cada año pasan sin que se cumplan, y evaluar qué es lo que impide que este propósito se alcance, ya sea por condiciones personales y ajenas a cada quien o si por el contrario depende de la voluntad propia.
Lo cierto es que este ejercicio es una oportunidad de crecer, independiente que el resultado sea positivo o negativo. Existe la tendencia de recordar solo lo malo, aquello que no pudimos lograr y que nos causa frustración, sin embargo, no podemos olvidar que la satisfacción en la vida no depende solo de los éxitos sino de aprender a disfrutar de las pequeñas y sencillas cosas que logramos. Cada momento difícil que afrontamos trae consigo mayor madurez, empatía y cercanía con los demás; lo importante es evitar las frustraciones. Al culminar este proceso debe quedar un sentimiento de esperanza y actitud positiva hacia el nuevo año que empieza.
PARA DESTACAR:
Realizar una evaluación del año que finaliza, es hacer un acto de contrición que resulta beneficioso. Mirar hacia atrás implica reconocer aquello que nos propusimos y logramos y aquello que deseábamos, pero no pudimos alcanzar.