Nuestros gobiernos improvisadores (con doctorados o sin ellos) están sumiendo al país en la desesperación, el pánico y un miedo que cala los huesos.

Por Jorge Enrique Díaz Varela.

“Nada que hacer, el COVID-19 está ganando la guerra” ¡NO HAY ESPERANZA! Lapidaria frase, pero, aunque nos parezca que es algo irreal, desde la cabeza mayor es decir el presidente, pasando por la república independiente de Bogotá y hasta las capitales y municipios más alejados la sensación es la misma, perdimos la guerra.

Me preguntaran porque mi negativismos y desazón, y la respuesta es fácil, nuestros gobiernos improvisadores (con doctorados o sin ellos) están sumiendo al país en la desesperación, el pánico y un miedo que cala los huesos.

En mi vida he sentido miedo en dos oportunidades, la primera cuando entre a un quirófano para una craneotomía y ahora, pero lo de ahora me acompaña con una profunda tristeza, porque además de las malas noticias que se ven a diestra y siniestra, la muerte visito mi casa y se me llevó a mi viejo, se me llevó a mi Chepe, a quien por “protocolos” no le he podido dar cristiana sepultura, la inhumanidad a flor de piel.

Pero veamos porque mi desesperanza, negativismo y falta de optimismo en lo que viene, algo que por ahora no tiene luz al final del túnel.  Empecemos, los jóvenes entre 15 y 24 años tendrán una década difícil después de acabarse (si se acaba) la pandemia, pues la crisis económica derivada del coronavirus, lo va a convertiren la «generación confinada» y es que según la OIT, 1 de cada 6 jóvenes en estas edades no tendrá empleo y los que trabajen se someterán a regímenes laborales de hambre y miseria, estos jóvenes quedarán con la impronta del virus, pero sobre todo porque no tendrán las oportunidades de estudiar, porque no tendrán tiempo los que tengan trabajo y los desempleados no tendrán como costear dichos estudios, aunque debo aclarar lo que realmente hizo esta pandemia fue desnudar una realidad que estaba oculta, una realidad que tras bambalinas estaba orquestando una revolución mundial, revolución que de manera “acertada” la OMS logró parar al decretar la pandemia y con ellos aislar y confinar a 5 mil millones de humanos, en conclusión los jóvenes serán una generación perdida.

Pero el futuro es más negro tras la pandemia sanitaria del covid-19, los problemas de desempleo y de acceso a la vivienda serán cada vez peores, la delincuencia y la violencia crecerán generando una etapa en el mundo de incertidumbre, porque se vendrá la pandemia del “defiéndase como pueda”.

Desde el inicio de esta pandemia, me he negado a creer lo que muchos dicen, que las metas de la misma son acabar con la mayor parte de adultos mayores y someter a las nuevas generaciones a un nuevo orden mundial; pero cuando en el caso de mi vecindario en el que vivían 78 adultos mayores de 70 años, de los cuales en los últimos 30 días han muero 15, me preocupa porque entonces dichos mensajes que corrían periodistas y políticos a desmentir si eran reales, pero con ello traen la idea de confinamiento indefinidamente a la gente de manera que solo puedan como en la película “identidad Sustituta” con Bruce Willis, en un futuro imaginario en el que los humanos viven aislados e interactúan entre sí por medio de robots que son una versión mejorada de sí mismos, un mundo de ciencia ficción en 2009 pero que puede ser realidad en 2020 o en años venideros, en otras palabras NO HAY ESPERANZA de volver a sentir los rayos del sol en una playa, tomarnos una cerveza en una tienda o discoteca o tal vez comernos una hamburguesa frente al aparador de cualquier negocio de comidas rápidas, y ni que pensar en celebrar cumpleaños o la navidad, eso es cosa del pasado, estamos en la generación del confinamiento.

Sigo explicando porque mi desesperanza:  Cuando veo al presidente dando palos de ciego y violando los protocolos que se inventa día a día, pero que el o los integrantes del gobierno y entes de control trasgreden viajando por el país pasándoselas por la faja, mientras la gente del común ve como puede sobrevivir de confinamiento en confinamiento.

Veo con absoluta perplejidad la pugna entre la alcaldesa de la república Independiente de Bogotá y el presidente, o el afán de figurar de alcaldes y gobernadores para no quedarse atrás de Bogotá; antes era el número de contagios a ver quién ganaba, y así entonces en las capitales la ocupación de las UCI llega al 85% en promedio, en el país hay 10500 UCI, y según los datos suministrados por alcaldes como la de Bogotá o Montería las UCI están casi ocupadas en su totalidad, Montería cuenta con 256 camas UCI de las cuales 240 están ocupadas, en Bogotá hay 1156 camas uci y 971 están ocupadas, es decir entre estas 2 ciudades hay 1211 camas UCI ocupadas, ¿Cómo es posible si el mismo INS reporta a fecha 10 de julio 940 pacientes UCI en todo el país? Y si sumamos a nivel nacional según los reportes de cada república independiente, que no sé por qué razón reportan alerta roja en UCI, y dicen estar ocupados en general un 85% es decir a pesar del reporte del INS de 940, en suma, todo el país tiene 8925 pacientes UCI, ¿Quién nos miente?

Ahora bien, según los datos en Montería por ejemplo hay a fecha 10 de julio 774 contagios, según esto el 31 % de los contagiados son críticos, en Bogotá hay 45039 contagios de los cuales según la “mujer maravilla” el 2,1% son Críticos, pero con cifras que no tienen de alguna manera un respaldo, porque una cosa dice el INS, otra la OMS y otra los alcaldes.

Cuál es la solución para retener el avance del virus, nada más y nada menos que el toque de queda o la cuarentena estricta, situación de por si complicada, porque si esa fuera la solución hace mucho, pero mucho tiempo el virus se habría vencido. Veamos el caso de Bogotá: las localidades del centro son: Mártires, Santafé y La Candelaria, la alcaldesa encerrará a los habitantes de Mártires y Santafé porque tienen alto nivel de contagio, pero no a la Candelaria que queda inmersa en la localidad de Santafé con un  gran número de contagios, ¿Será que por estar el Palacio de Nariño, La Catedral y la Alcaldía Mayor, ahí la cuarentena no funciona? ¿Será que existe alguna situación por la cual quienes están en esta localidad no se contagian? Y así son las medidas en Pasto, Cali, Barranquilla, Montería y otras tantas ciudades, tomadas las medidas de manera arbitraria y en medio de un festival de improvisación.

Este es el panorama que me quita la esperanza, me llena de incertidumbre, por ello quiero desde esta columna humilde llamar la atención al presidente Duque, a los mandatarios locales y de manera muy especial a los periodistas a unirse en una cruzada para salvar a nuestros viejos, no encerrándolos porque así los estamos matando, necesitamos algo que ustedes pueden hacer como líderes y es inyectar optimismo, no terrorismo, que es lo que hace todos los días el presidente a las 6 pm en cadena nacional, y los mandatarios con comunicados en los que se resalta como avanza el contagio,  como si estuvieran en una competencia y los periodistas que reportan cada día en su orden, número de muertes, número de contagios y si se acuerdan (algo que hace rato no pasa) algún recuperado, por favor señores están matando a la gente no del virus sino del miedo, el pánico y la zozobra ante un futuro incierto.

No es por decreto que se le hace frente a la pandemia, es por acción unificada de todos los sectores, dejen de lado el deseo de figurar, de mostrarse como si fueran los super héroes que salvaran el día, les recuerdo en mi vecindario los viejos incluido el mío se mueren, y  por negocio o por “protocolo” no nos permiten hacerles cristiana sepultura:  el virus desnudó la verdadera inhumanidad de los políticos, por mi parte ya perdí las esperanzas de que nos recuperemos, pienso más en la posibilidad de morir que de vivir, creo que ya no saldremos de esta y que la humanidad llegó a su extinción o por lo menos como la teoría que robaba por ahí y que desmentían políticos y periodistas esta cogiendo ventaja, acabar con 1/3 de la humanidad, hacia allá vamos, con el beneplácito del amarillismo que vende.

Es lo que pienso y creo, se que muchos me criticaran, pero lo sufro en carne propia por eso escribo esto.

“Nada que hacer el COVID-19 está ganando la guerra” ¡NO HAY ESPERANZA!