Estudios realizados en la Universidad de Brigham Young, por la Dra Julianne Holt-Lunstad, revelan una epidemia social moderna que está generando mortalidad temprana y se constituye como una amenaza para la salud, se trata de la soledad y el aislamiento social. Nuestra especie está concebida para trabajar en grupo, por lo cual cuando las personas se aíslan, no solo pierden el contacto con la realidad, sino que repercute de forma muy negativa su organismo.
La autora expone que el entorno social tiene consecuencias sobre el manejo de la propia salud y los procesos psicológicos como el estrés, la ansiedad y la depresión. El aislamiento social prolongado puede ser tan dañino como el tabaquismo y está por encima de factores de riesgo como el sobrepeso y la falta de actividad física, independiente de la edad, Sexo y nivel socioeconómico del individuo.
El aislamiento social es una solución a la que algunas personas han recurrido en caso de estrés, frustración o incapacidad de afrontar problemas propios, y su origen no es preciso. Una forma leve de aislamiento comienza con ser cada vez menos social; si alguien va habitualmente a las fiestas, se junta con sus amigos y habla con la gente por teléfono y de repente no está disponible la mayor parte del tiempo, esa persona ha entrado en una etapa de aislamiento que podría marcar el comienzo preocupante de un estado de salud mental más grave. Otra etapa, se relaciona con los aumentos de conductas que propician activamente el aislamiento como ver mucha televisión, dormir más o usar internet frecuentemente, actividades que llenan el tiempo de una persona en forma de distracción, pero en el extremo puede ser una señal de aislamiento significativo.
En su versión más extrema, el aislamiento social consiste en una perdida casi total de cualquier vínculo con la sociedad, ya sea virtual o presencial. La persona vive sola, no sale, ni se relaciona con otros, salvo para cubrir sus necesidades básicas. No recibe ni hace visitas. La persona aislada no tiene familiares, amigos o contactos que puedan aportarle soporte emocional, económico o de contacto con otros recursos de la sociedad.
Una de las conclusiones de esta investigación es que la soledad y el aislamiento social podrían alcanzar proporciones endémicas en los próximos 15 años si no se toman medidas para evitarlo. Por eso algunas recomendaciones son: aprovechar el tiempo de una manera diferente, haciendo cosas que nos produzcan satisfacción y conecten con muchas otras personas, participar en actividades que nos interesen, y reencontrarnos con nuestras propias capacidades, con amigos de distintos momentos de la vida y de distintos espacios, o con proyectos postergados.
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El peor enemigo de los aislados es el tiempo, a medida que pasa es más difícil que salgan de su encierro.