Engañado por las dos últimas administraciones de Montería, vive hacinado con su mujer y 5 hijos en la IE Santa Rosa de lima, sede 6 de marzo.

Por:  Oswaldo Marchena Mendoza.

En twitter @marchenojob

cronica2cHuyéndole a la violencia y a la pobreza, en el año 1988, Silvio Canabal, llegó del Guamo, Bolívar, con una maleta llena de sueños, y su mujer, a forjar un mejor futuro en Montería. Por esas cosas del destino, comenzó a laborar como celador en la Institución Educativa Santa Rosa de Lima, sede principal, donde se entregó con ahínco día y noche a cuidar los bienes de la citada institución.

Nunca imaginó Silvio, que haber llegado a trabajar a esa institución, sería algo de lo cual se arrepentiría más adelante. Ahí duró unos 6 años, pero como sucede en este país, nunca le llegó su nombramiento como celador, “Es que nunca supe porque nombraban a otros menos a mí”, comentó atribulado.

Con lo poco que ganaba, Silvio Canabal pagaba el arriendo de una pieza en un humilde barrio de Montería; sin embargo, cuando nombraron un celador en propiedad, el rector de la institución educativa le tiró una especie de salva vidas, y le dijo que se fuera para la sede del barrio 6 de marzo, donde además de celar, podía vivir y acomodarse con su familia.

¿Traslado o engaño?

cronica2aAquella decisión de enviarlo a la sede del barrio 6 de marzo, antes que una solución, dejó muchas dudas sobre sus verdaderas intenciones, porque a los 6 meses después de haber llegado en el año 2004 a dicha institución educativa, fue notificado que ya no trabajaba más como celador, y la razón era la misma por lo cual lo habían sacado de la sede principal, había llegado un nuevo nombramiento.

Pero ahora había una situación nueva en la vida de Silvio Canabal, se había instalado con su familia en una pequeña habitación del colegio en mención, y cuando se quedó sin trabajo, “El rector me dijo que me quedara mientras lograba conseguirme recursos para irme, pero eso nunca sucedió y aquí estoy”, afirmó, mientras señala el techo de la pieza, por donde se les mete el agua cuando llueve.

De ahí en adelante, la vida se le volvió un calvario a Silvio Canabal, se fue llenando de hijos, los años y la enfermedad fueron minando su vida, tuvo que salir a una ciudad que poco conocía a ganarse la vida, a buscar la comida para sus hijos, mientras su mujer hacía oficios de casa en casa, para llevar algo a la pequeña habitación ubicada en la mencionada institución educativa.

Las dos veces que nombraron celadores en el municipio de Montería, en la citada institución educativa, en ambas oportunidades el puesto lo desempeñaba Luis Canabal, solo que él nunca contó con ayuda política para logar el nombramiento que nunca le llegó.

Las promesas incumplidas de los alcaldes Marcos Daniel Pineda y Carlos Eduardo Correa.

cronica2b¿Qué le dicen los alcaldes de Montería cuando llegan a la institución?, “En el primer mandato del alcalde Marcos Daniel Pineda, me ofreció ayudarme, me dijo yo voy a gestionar para que salgas de aquí, pero nada; luego vino Carlos Eduardo Correa con el mismo cuento, y aquí sigo”, subrayó.

Tiene 7 hijos, 5 de ellos y su mujer viven con él, hacinados, atrapados por la pobreza, ante la mirada indolente de los dos últimos alcaldes de Montería, quienes prometieron reubicarlos y no les cumplieron. Una de sus niñas, con 16 años de edad, sufre de una fuerte anemia, así está estudiando y este año, si la enfermedad se lo permite terminará el bachillerato.

La habitación está en muy malas condiciones, cuando llueve se inunda, utilizan los servicios del baño del colegio, tienen Sisben, y una mejora que les entregaron en un barrio sub normal de Montería, y en días pasados, Silvio tuvo la oportunidad de volver a encontrarse con el alcalde Marcos Daniel, quien en esta oportunidad le prometió un subsidio para mejoramiento de vivienda, “Ojalá me cumpla para arreglar la mejora que nos dieron”, sostiene.

Por ahora sigue desplazado con su familia, en la institución educativa, que él cuidó y protegió.