Por Horacio Serpa

No me sorprendió ver la foto de Humberto de la Calle en la primera página de El Tiempo dominical, como personaje del año. Lo merece. Ha trabajado con dedicación, consagración y esmero por la paz, al frente de la Comisión gubernamental que negocia con las Farc, en La Habana.

Han sido tres años de reuniones, controversias, aclaraciones, llamados de atención, análisis, en un constante  ir y venir de consultas, aclaraciones, explicaciones, alegrías y amarguras, que los colombianos hemos visto, gozado y sufrido por los medios de comunicación. Una prueba muy exigente que requiere compromiso, coraje, inteligencia, estudio, carácter y paciencia infinita, de todo lo cual ha hecho gala el doctor De La Calle.

Sé muy bien de que trata este dispendioso y exigente trajinar. Intervine en casi todos los procesos exitosos de paz, que han sido por lo menos seis; estuve en Caracas propiciando acuerdos entre el gobierno y la coordinadora guerrillera; y por designación del Presidente Gaviria, cuando De la Calle era Ministro de Gobierno y Rafael Pardo Ministro de Defensa, estuve al frente de las conversaciones en Tlaxcala, acompañado de una Comisión de negociadores muy valiosa.

No es fácil interactuar con personas tan distintas en el sentir político, en su manera de ser, en la forma de actuar. Los negociadores guerrilleros son gente de combate en la dialéctica y en lo militar, inteligentes, bien formados, convencidos de su causa, duros en el lenguaje, rudos en la recriminación, sectarios defendiendo sus pareceres, arrogantes muchas veces y con un gran desprecio hacia el establecimiento, que quiérase o no, representan los negociadores del gobierno. 

Hay que ver como lo ponen a uno en calzas prietas cuando denuncian  la pobreza, la discriminación, los abusos con los trabajadores, la miseria campesina, las violaciones de los derechos humanos, los defectos de la democracia, la concentración de la riqueza y cien dolencias más del sistema político y económico.

En medio de tantas dificultades, De La Calle es un triunfador. Su esfuerzo representando al Presidente Santos y a la sociedad ha sido notable. Sus compañeros también merecen elogios de los que se dispensan a quien ha sido la voz cantante del proceso.

Se habla de la candidatura presidencial de Humberto de la Calle. Si las Farc abandonan la lucha armada, será un presidenciable con enormes simpatías. Sería el premio al éxito y una manera inteligente de buscar para el posconflicto a  una persona que sabe la materia. 

Falta mucho tiempo y la política es impredecible. El Partido Liberal, ahora la primera fuerza política de Colombia, no tiene aún definiciones al respecto.  En su seno  hay excelentes aspirantes y en el próximo Congreso nacional se definirán las reglas del juego para buscar que en el 2018 vuelva el liberalismo a  sentarse en la silla presidencial. A buen seguro que los rojos tendrán el cuidado de no descartar a los demócratas que se la están jugando por la paz. ¡La paz es lo primero!