La Corte Suprema prohibió hoy la producción, la comercialización o el uso de cualquier tipo de amianto o asbesto en Brasil, incluyendo el llamado crisotila, y calificó anticipadamente como inconstitucional cualquier ley que llegue a ser votada en el Congreso en favor de este material cancerígeno.

La decisión, por siete votos a favor y dos en contra de los integrantes del Supremo Tribunal Federal (STF), fue determinada en una sesión en la que los magistrados analizaron diferentes peticiones para que declarara inconstitucionales algunas leyes que prohíben el amianto en diferentes estados de Brasil.

La máxima corte no sólo votó por la constitucionalidad de todas las normas que erradican el material de Brasil como aclaró que la prohibición se extiende al amianto de tipo crisotila, que era producido hasta ahora en el país gracias a una ley federal de 1995 que lo consideraba como seguro para la salud.

La ley, que permitía la operación de las empresas que aún explotan amianto, también conocido como asbesto, en Brasil y producen tejas a partir de esta fibra extraída de las rocas, autorizaba la producción de crisotila desde que fuesen adoptadas diferentes normas de seguridad.

Para los magistrados, la ley que permite la producción de amianto de tipo crisotila es inconstitucional debido a que atenta contra derechos fundamentales referentes a la salud y al medio ambiente.

La decisión de este miércoles de la Corte Suprema no sólo deja sin validad la ley que daba amparo a la producción de un tipo de amianto sino que tiene efecto vinculante, es decir que se aplica para todos los estados de Brasil y en todas las decisiones judiciales sobre divergencias en cuanto al uso del amianto.

Para no dejar sombra de dudas sobre su posición contraria al amianto, los magistrados también determinaron que cualquier ley futura que permita el uso del material cancerígeno en el país es considerada anticipadamente como inconstitucional.

En la práctica, la decisión impide que el Congreso Nacional o que los legislativos regionales voten normas que permitan la extracción o la comercialización del amianto.

Los magistrados no discutieron hasta ahora sobre cómo tendrá que ser cumplida su decisión por parte de las empresas que explotan e industrializan amianto ni si se les concederá algún plazo, ya que la prohibición deja sin valor varias reservas del mineral, amenaza miles de empleos y coloca en jaque algunas fábricas dedicadas a su industrialización.

Los abogados que representaron a estas empresas en el juicio de hoy en la Corte Suprema pidieron un plazo pero el tribunal no se pronunció, por lo que el asunto tendrá que ser reglamentado por el Gobierno o el Congreso.

El fabricante Eternit, líder del sector en Brasil y uno de los mayores productores de amianto del mundo, aclaró en un comunicado divulgado el lunes que ya puso en marcha un proyecto para sustituir el amianto crisolita que utiliza en la fabricación de tejas en el país por fibras sintéticas.

La empresa, sin embargo, aclaró que ese proceso es gradual y ya fue puesto en marcha en algunas de sus plantes, pero sólo será concluido en diciembre de 2018.

En el comunicado a sus accionistas, Eternit aclaró que la decisión fue adoptada debido a que, por presión del mercado, el sector de la construcción civil redujo significativamente la demanda por tejas con amianto crisotila.

Según Eternit, sus plantas en las ciudades de Río de Janeiro, Colombo, Simoes Filho, Goiania y Anápolis ya utilizan en promedio un 60 % de fibras sintéticas de polipropileno en las tejas y sólo un 40 % de fibra mineral de amianto crisotila.

«La producción de fibras de amianto crisotila por parte de Sama (una de sus subsidiarias) será gradualmente dirigida al mercado externo para atender clientes en países donde el producto es permitido, como Alemania, Estados Unidos e India», aclaró la empresa antes de conocerse la decisión del Supremo.

Según la Fiscalía, pese a la importancia que el material tiene para la economía brasileña, diferentes estudios han comprobado que la sustancia es cancerígena y que provoca daños al medio ambiente.

El material ya fue prohibido en 75 países, incluyendo la gran mayoría de Europa y algunos de Latinoamérica como Chile y Argentina.

El amianto, un mineral que tiene múltiples usos industriales, fue declarado hace un cuarto de siglo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un elemento cancerígeno de primer orden, pues al inhalarlo sus fibras nocivas se depositan en los pulmones.