* Marta Saenz Correa
Los recuerdos se van desvaneciendo con el tiempo, pero hay cosas con las que nos quedamos de por vida, como las sensaciones y emociones. Por eso, es importante que uno de nuestros objetivos como padres sea marcar momentos especiales y valiosos en nuestros hijos; enseñarles que lo más lindo de la vida está en disfrutar los pequeños detalles. Al final, de lo que se van a acordar es de lo que vivió y sintió. Que ellos disfruten las experiencias que involucran personas y sentimientos, que disfruten de la vida sin necesidad de tener cosas materiales, que entiendan que lo material va y viene pero la familia siempre está, y que aprendan apreciar que lo más importante para ser feliz está dentro de uno mismo.
Para lograr los propósitos anteriormente relacionados es imperativo contar con espacios para compartir con nuestros hijos, y pasar con ellos momentos significativos y constructivos. Contrario a lo que podríamos pensar, la solución está en nuestras manos. La idea es convertir en prioridad el propósito de liberar tiempo para compartir en familia. Con esa determinación, reúnelos a todos, grandes y pequeños, y anímalos a proponer horarios y posibles actividades. Recuerden que los momentos inolvidables de nuestra infancia suelen estar vinculados con el tiempo que compartimos en familia y no debemos privar a nuestros hijos de semejante experiencia.
La conexión emocional con nuestros hijos es muy importante ya que les proporciona un espacio de seguridad donde expresar y sentir con libertad aquellas cosas que le ocurren durante el día. Si carecen de estos momentos y de empatía con lo que les está sucediendo, se corre el riesgo que su nivel de frustración aumente al igual que su inseguridad y baje la autoestima. Todo esto puede favorecer las muestras de comportamientos inadecuados, rabietas, e irritabilidad. Cuando le damos a nuestros hijos ese tiempo de conexión emocional, les estamos proporcionando herramientas para liberar emociones y frustraciones.
La conexión afectiva con nuestros hijos nos da la posibilidad de influenciar tanto como queramos en su sentir, pensar y actuar; de ser una autoridad, un modelo a seguir y de mejorar por nuestros hijos, de ganarnos su respecto, de convertirnos en la primera persona a la que asistan en busca de orientación, de consejo oportuno, de apoyo seguro, y de ser sus guías en el revoltoso camino de la vida. Creamos la conexión al preocuparnos menos por su mal comportamiento y ocupándonos más de generar estrategias y acciones concretas que permitan suplir sus necesidades. Cuando lo logramos, se sienten acogidos, comprendidos y valorados. Crecen en la seguridad de tener un lugar relevante en nuestra vida y con un rol importante en la familia.
PARA DESTACAR:
Ser padres es un reto permanente a la creatividad, la imaginación y la fantasía. Conectémonos con nuestro niño interior y disfrutemos plenamente de los espacios que compartimos con nuestros hijos.