Es urgente un nuevo pacto social en la región.

Por; Giovanni Carlos Argel Fuentes*

El nuevo informe anual de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe-CEPAL, publicado el 4 de marzo de 2020 evidencia la evolución de la pobreza y la desigualdad en América Latina y el Caribe (ALyC). A 209 millones de personas ascendió el número pobres en la región para el año 2020, ocasionado por el impacto derivado de la pandemia que aun cursa. Para mayor claridad el aumento fue de 22 millones de personas más, con respecto al año 2019 (187 millones de pobres).

Para explicar con mayor rigor lo anterior, es necesario resaltar que para 2020, el informe CEPAL indica que “las proyecciones relativas a los indicadores económicos y sociales de ALyC muestran un escenario muy complejo, ligado a factores tanto internos como externos. Para frenar la propagación del coronavirus, evitar el desborde de los sistemas de salud y reducir las pérdidas humanas; los gobiernos adoptaron y continúan aplicando medidas de cuarentena y distanciamiento físico. En muchos casos se ha recurrido al confinamiento de la población en sus hogares como forma de minimizar los contactos, especialmente aquellos que pudieran producirse a escasa distancia o en ambientes cerrados, lo que ha demostrado que incrementa las probabilidades de contagio. Por lo tanto, sectores enteros de la economía han visto su actividad mermada o temporalmente reducida a cero, según la rigidez de las medidas adoptadas”.

Lo anterior incidió drásticamente en la disminución de la demanda agregada para los países de la región, lo que afectó el PIB y de hecho impulsó el acelerado crecimiento de la miseria y la informalidad. Indica la Comisión, que el PIB del conjunto de las economías de América Latina y el Caribe caería cerca de un 7,7%, y la tasa de desocupación se ubicaría en 2,6 puntos porcentuales (CEPAL, 2020). Cabe destacar que esta última variable superó en varios países los 12 puntos porcentuales, como el caso de Colombia que se ubicó en el 14.3% a diciembre de 2020.

Es de anotar que esta fuerte recesión económica supondrá, de manera sostenida para el año 2021, un debilitamiento de las condiciones de vida, así como sustanciales aumentos de la desocupación, la pobreza, las desigualdades y la informalidad tanto urbana como rural.

En los siguientes gráficos se puede evidenciar la evolución de la pobreza en cifras relativas como absolutas, para los países de ALyC. Nótese que la pobreza multidimensional como la severidad de la pobreza (pobreza extrema) experimenta ascenso en ALyC desde antes de pandemia. En ese sentido para 2018 se ubicaba en 29.8%, cifra similar a las de 2016 y 2017. Fundamentalmente se había garantizado equilibrio y freno a la misma. Esta contracción de la pobreza se debió a los crecimientos económicos de los distintos países, a las medidas establecidas desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la futurista Agenda 2030, definida para todos los países en el mundo y en especial para esta región y finalmente al moderado manejo de los precios del dólar y su relación en el mercado del crudo y los precios del mismo.

Sin embargo, desde 2019, antes de la entrada de la enfermedad infectocontagiosa a la región, se observa un ascenso en la pobreza ubicándose en el 30.5%, aspecto que se recrudece en 2020, posicionándose en el 33.7%. Ver Gráfica No. 1.

Es evidente el impacto que el Covid-19 ha generado en la pobreza, sustancialmente por los efectos de los distintos confinamientos, los despidos masivos, el desempleo sostenido por más de 250 días en la región y las pocas medidas generadas en términos de alivios sociales, por parte de los gobiernos. El crecimiento de la pobreza en 3,2% frente a 2019 y equivalente a 209 millones de habitantes, son el reflejo de lo anterior y es un fuerte revés a los ODS como a la política mundial de erradicación de la pobreza.

Gráfico No. 1. Tasa de Pobreza y personas en situación de pobreza y pobreza extrema. 2020.

Al igual que los datos de pobreza, se evidencia el crecimiento de la pobreza extrema, la cual ascendió de 11.3% a 12.5%, representando un aumento de 8 millones de habitantes en ALyC entre 2019 (70 mill) y 2020 (78 mill). Sin lugar a dudas son las cifras más elevadas o jamás vistas en los últimos 12 o 20 años en la región. Ver Gráfica No 1.

Ahora bien, en términos de desigualdades sociales y económicas, en ALyC, el panorama sigue crítico, derivado de la pobreza y la preocupante informalidad, ambas crecientes en todas las regiones y se traducen en inestabilidades estructurales que se han vuelto cotidianas a lo largo del tiempo en la sociedad latinoamericana. A ello se suma la amplia desprotección social, así como la injusta división sexual del trabajo y la organización social del cuidado, que atenta contra el pleno ejercicio de los derechos y la autonomía de las mujeres. Igualmente, las distorsiones regionales asociadas al desempleo, los desequilibrios educativos en la región y el bajo o poco ordenamiento del territorio, frente al ejercicio de suplir los problemas sociales en los diferentes países; en especial los de mayor Coeficiente de Gini.

Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, frente a lo anterior, afirma “La pandemia ha evidenciado y exacerbado las grandes brechas estructurales de la región y, en la actualidad, se vive un momento de elevada incertidumbre en el que aún no están delineadas ni la forma ni la velocidad de la salida de la crisis. No cabe duda que los costos de la desigualdad se han vuelto insostenibles y que es necesario reconstruir con igualdad y sostenibilidad, apuntando a la creación de un verdadero Estado de bienestar, tarea largamente postergada en la región”.

La Gráfica No. 2, muestra el alto grado de desigualdad frente al ingreso en la región y manifiesta el leve decrecimiento en la región al pasar de 0.47 (2017) a 0.46 (2019); sin embargo, este indicador es fuertemente inestable y se estima recrudecerá para 2020, por los factores anteriormente indicados.

Gráfica No. 2. Índice de Desigualdad de Gini. 2002-2020.

El informe de la comisión indica que “aún persisten las brechas entre grupos de población: la pobreza es mayor en áreas rurales, entre niñas, niños y adolescentes; indígenas y afrodescendientes; y en la población con menores niveles educativos. Los gobiernos de la región implementaron 263 medidas de protección social de emergencia en 2020. Estas alcanzaron al 49,4% de la población, aproximadamente 84 millones de hogares o 326 millones de personas. Sin esas medidas, la incidencia de la pobreza extrema habría alcanzado el 15,8% y la pobreza el 37,2% de la población”. (CEPAL, 2020).

Ahora bien, esta sumatoria de distorsiones sociales y económicas imprimen una asociación particular con la desigualdad, especialmente frente a la distribución del ingreso. En ese sentido es evidente comparar la proporción del ingreso total recibido por los hogares que se dirige a los grupos de mayores y menores recursos. La participación de los tres primeros quintiles en el ingreso es inferior a su participación en la población (es decir, el 60%). El primer quintil recibe apenas entre el 3% y el 6% del ingreso total, mientras este porcentaje no excede el 10% en el segundo quintil. (estos dos quintiles son los más pobres en la región). Solo la participación en el ingreso del cuarto quintil, entre el 18% y el 22%, es similar a su participación en el total de la población. En contraposición, el quintil de mayores ingresos concentra entre un 46% y un 58% de los ingresos totales (véase el Gráfico No. 3).

Gráfico No. 3. Distribución del Ingreso Total por quintiles. 2019.

Es evidente el alto grado de distribución inequitativa del ingreso en ALyC, la fuerte concentración del ingreso en manos de pocos en la región, ello representa las brechas entre la pobreza y la diseminación de la informalidad como de la miseria, estructuralmente focalizada en más del 28% de la población total de la región.

En ese sentido el informe señala que “el efecto adverso de la pandemia sobre los ingresos de las personas interviene principalmente a los estratos de ingresos bajos y medio-bajos. Se estima que en 2020 unos 491 millones de latinoamericanos vivían con ingresos hasta tres veces la línea de pobreza. Alrededor de 59 millones de personas que en 2019 pertenecían a los estratos medios, experimentaron un proceso de movilidad económica descendiente”. En ese sentido y ante lamentable situación se espera que la desigualdad del ingreso total por persona aumente en 2020 considerablemente, dando lugar a un Índice de Gini promedio de un 2,9% más alto que el registrado en 2019. Ahora bien, indica el informe de la comisión que, sin las medidas y transferencias realizadas por los gobiernos, vía gasto público con el fin de atenuar la pérdida de ingresos laborales, cuya distribución se concentró en los grupos de ingresos bajo y medio; el aumento esperado del índice de Gini promedio para la región hubiese sido del 5,6%. (CEPAL, 2020).

A lo anterior se suman los fuertes impactos de la crisis sanitaria y el alto gasto público ocasionado por la asistencia al COVID-19, en particular de este sobre el mercado laboral. Al respecto, indica el informe que “la tasa de desocupación regional se ubicó en 10,7% al cierre de 2020, lo que representa un incremento de 2,6 puntos porcentuales respecto del valor registrado en 2019 (8,1%). La caída generalizada del empleo y la salida de la fuerza de trabajo ha afectado con mayor intensidad a mujeres, trabajadoras y trabajadores informales, jóvenes y migrantes.

Se hace necesario y urgente un nuevo pactos social y fiscal para la igualdad en tiempos de pandemia y postpandemia; con el fin de garantizar la salud, la educación y la inclusión digital en la región.

“El llamado de la CEPAL a un nuevo pacto social está vigente, ahora más que nunca: la pandemia es una coyuntura crítica que redefine lo que es posible, y abre una ventana de oportunidad para dejar atrás la cultura del privilegio”.