Dicen que el tiempo todo lo borra; pero  hay hechos donde las heridas no sanan, y no sanan porque por mucha sal que se le eche, están vivos los recuerdos, salpicados por la impunidad que a cada rato, a cada instante abre esas heridas.

Los hechos dolorosos del crimen de Clodomiro Castilla, no es otro más de los asesinatos de periodistas en Colombia; éste tiene una connotación especial, y es que las autoridades tienen testimonios suficientes para por lo menos investigar a los autores intelectuales del crimen y sin embargo, el delito permanece en los archivos de la Fiscalía, sin que el proceso arroje luz para castigar a los culpables.

El crimen de Clodomiro Castilla fue ordenado por personajes que se incomodaban con sus publicaciones, y sobre los hechos se habla mucho en las calles y lugares de Montería, y si no fuera por algunos medios nacionales, hace rato su asesinato estuviera sepultado en el olvido junto a sus restos mortales, porque el miedo tiene amordazado a los sectores de opinión en Córdoba.

Con este crimen, se evidencia algo descrito por organizaciones de prensa como “Autocensura”, figura de moda en un departamento atrapado entre grupos violentos  e intereses oscuros de  otros sectores de la región.

Las autoridades deben darles una respuesta a los familiares de Clodomiro Castilla, a la libertad de prensa y al ejercicio del periodismo. Entre el olvido y la impunidad las heridas no sanan, las heridas están más vivas que nunca.