Andrés Felipe Ballesteros lleva desde 2014 en una cárcel del país africano acusado, sin pruebas, de tráfico de drogas. Las gestiones diplomáticas del nuevo Gobierno y la solidaridad de cientos de ciudadanos lo tiene a punto de regresar a Colombia.

Andrés Felipe Ballesteros Uribe lleva ocho años preso en una cárcel de Tanzania, en la costa este de África Central, acusado sin pruebas de tráfico de drogas. En agosto de 2014 llegó para celebrar su cumpleaños 28 hasta Dar es-Salam, la sede del Gobierno y la ciudad más poblada del país, con la ilusión de visitar las playas de las islas del océano Índico y conocer ñus, cebras, leones, jirafas y elefantes en los safaris del Parque Nacional del Serengueti. La policía del aeropuerto, al saber que era colombiano, lo detuvo, lo requisó y lo acusó de narcotráfico. Todo ocurrió en suajili, un idioma nativo que Ballesteros no entendía. No pudo defenderse ni llamar a un abogado ni avisarle a su familia. Estuvo unos días en un centro de detención y un par de semanas después lo trasladaron a la cárcel de Keko. Allí, hacinado, enfermo, durmiendo en el suelo en medio de sus compañeros de celda y olvidado por el Estado colombiano, ha pasado los últimos ocho años de su vida.

Hoy, después de haber estado casi 3.000 días sin poder ver a sus padres ni a sus dos hijos, Ballesteros parece estar cerca de recuperar la libertad y de regresar a Colombia. Gracias a las labores consulares del nuevo Gobierno, a la difusión que ha hecho el periodista Andrés Felipe Giraldo en redes y medios de comunicación y, sobre todo, gracias a la solidaridad de más de mil colombianos que en cinco días donaron 120 millones de pesos (equivalentes a 25.000 dólares), la familia Ballesteros ha recuperado la esperanza de ver de nuevo a Andrés Felipe. En el momento en que se publica este artículo, un banco colombiano en el que se consignó todo el dinero de la colecta está haciendo los trámites financieros para pagarle la millonaria fianza a la fiscalía de Tanzania. Se espera que apenas llegue el dinero el fiscal dé por cumplida la condena y le pida al juez que deje a Ballesteros en libertad. Si todo sale bien, la embajada de Colombia en Kenia, que es el contacto diplomático más cercano, estará lista para protegerlo y traerlo de vuelta a su país.

¿Cómo logró el gobierno colombiano que el fiscal general de Tanzania aceptara una fianza para dejar libre a Ballesteros?

El 4 de agosto de este año, tres días antes de posesionarse como secretario jurídico de la presidencia de Gustavo Petro, el abogado Vladimir Fernández le envió un mensaje al periodista y politólogo Andrés Felipe Giraldo, conocido en redes sociales como El Antituiter. “Antes de llegar al cargo había leído las noticias del caso de Ballesteros escritas por Giraldo, me generaban mucha curiosidad e indignación y quería ayudar, pero no sabía cómo hacerlo”, cuenta Fernández a EL PAÍS. “Cuando ingresé a la Presidencia comenzamos a mover la diplomacia del Estado para establecer canales de diálogo con la justicia de Tanzania e intentar repatriarlo”.

El periodista Giraldo reconoce que cuando recibió los mensajes de Fernández no creyó que fuera el secretario jurídico del gobierno el que le hablaba. “Este caso estuvo abandonado por el Estado colombiano durante ocho años. Nadie había hecho nada para saber cómo estaba un compatriota preso injustamente en Tanzania”, dice Giraldo por teléfono. Él y Juan Carlos Ballesteros, hermano de Andrés Felipe, prepararon un documento que solicitó la presidencia contando los detalles jurídicos del caso. En 15 días, Vladimir Fernández habló con el ministro de Justicia, Néstor Osuna; con el canciller, Álvaro Leyva, y con la embajadora saliente de Colombia en Kenia, Mónica de Greiff. Fue ella la ficha clave para comunicarse con el fiscal de Tanzania.

Las gestiones diplomáticas y consulares lograron que el fiscal general revisara de nuevo el caso, muy famoso en Tanzania por tratarse del único preso colombiano. Semanas más tarde, después de la ayuda del embajador de Cuba, la justicia de Tanzania accedió a llegar a un acuerdo. Andrés Felipe Ballesteros, que había sido absuelto por falta de pruebas en 2019, pero vuelto a capturar por el mismo delito instantes después, debía aceptar un cargo, declararse culpable y pagar una multa para quedar libre. La fianza que pidió el fiscal fue de 50 millones de chelines tanzanos, más o menos 25.000 dólares americanos o 120 millones de pesos colombianos. Al enterarse del posible acuerdo, la familia, el periodista Giraldo y el gobierno se alegraron. Ballesteros aceptó cargos. Solo faltaba conseguir el dinero. Pero había muy poco tiempo. “Ballesteros estaba expuesto a una pena de cadena perpetua, pero ahora con el acuerdo está cerca de conseguir la libertad”, dice Fernández. Y explica que el gobierno de Colombia no podía poner los recursos. “No hay un monto disponible para esos casos”.

Tomado de: ElPaís